Babel – Parte 4 “Confesión”

Pese a lo dicho por el último espectro, Mario ayudó a July a levantarse y
fue por el botiquín para atender las heridas de la joven quien permanecía en
silencio con lágrimas en sus ojos y una expresión de vacío, mientras que él aun
no procesaba lo que el espectro acababa de revelar ¿realmente era ella? Mario
comenzó a tratar sus heridas, no le quedaba mucha movilidad en una mano por el
vendaje que había improvisado, pero al ver que July permanecía inmóvil fue a
atenderla también. La mayoría de sus cortes eran superficiales, pero tenía
algunos pequeños pesados de vidrio y loza incrustados en la piel, cuya
extracción fueron algunos de los pocos momentos generaron una reacción en la
joven camarera. Por su parte, el viejo seguía revisando las 3 cartas, como si la
respuesta de Claudia no hubiese sido suficiente ¿qué papel jugaba aquel tarot
entonces? Pero estaba tan sumergido en el acertijo que su mente logró aislarse
con demasiada facilidad, hecho que incomodó a Mario.

Mario: ¿Te importaría ayudarme? Por si no los has notado acabamos de ser
atacados y estoy haciendo todo con una mano ¿Qué es lo que te sucede? Pareces
más empeñado en resolver esto que en salir con vida.

Viejo: El acertijo, salir con vida, para mí son la misma cosa. Resolver esto
es la única forma de salir con vida

Mario: ¿Acertijo? ¿Qué mierda te pasa? ¿Cómo puedes ver lo que sucede a tu
alrededor y decir que es solo un “acertijo”? Debería…

Las luces se tornaron rojas una vez más, era el turno del último espectro y
todos sabían por quien iría, otra figura encapuchada cruzo la puerta, la radio
comenzó a emitir estática muy fuerte, el espectro pasó frente a Mario y July,
cuando llegó el momento de ir tras el viejo, le ignoró, siguió de largo hasta
la radio, sacó un casete de su túnica y comenzó a rebobinar, nadie decía nada,
aquel espectro ni si quiera los miraba y cuando la cinta estuvo lista fijó su
mirada directamente en el viejo, se quitó la capucho, traía una máscara de
ciervo y el hombre tras éstas lloraba sangre, ninguno de los dos dijo palabra alguna,
la expresión de anciano se mantenía serena, como si no tuviese a que temer pero
tras la máscara, aquel espectro gritaba en silencio y lloraba de rabia, miedo y
dolor…

Radio: 11 de septiembre, ha pasado un año desde el incidente en Corvis, el
único sobreviviente y principal sospechoso de los eventos se encuentra recluido
en la prisión Wesker de máxima seguridad a la espera de su ejecución; sin
embargo, de declararse culpable puede ser recluido en el área psiquiátrica de
la prisión para su reacondicionamiento Me dirijo a la prisión Wesker por
invitación del señor Conner quien se ha negado a hablar alguien más y ha sido
aislado de los demás convictos, mi visita es, según parece, su última
voluntad…

Guardia: No puede dejarte entrar con eso

Periodista: Tengo permiso del alcaide, fue una de las condiciones que puse
para acceder venir aquí – dijo mostrando una carta a mano firmada por el mismo-
me hicieron venir desde muy lejos para obtener esa confesión, creo que mi
grabadora es el menos de sus problemas. Tengo autorización para publicar esta
entrevista y no quiero que la gente piense que estoy parafraseando, por lo
atroz del crimen debieron haberle sacado una confesión hace mucho- y no era que
no hubiesen tratado, aislamiento, comidas en mal estado, golpizas, torturas,
pero nada lograba doblegar al desgraciado por ello al oír que confesaría ante
el famoso Loke Lorense, el alcaide se encargó de proveer y autorizar todo lo
que solicitase para una visita inmediata.

Guardia: Grrr entre bajo su propio riesgo, siga directo y doble a la
izquierda, mi colega lo espera ahí manténgase dentro de la línea roja o no
podemos garantizar su seguridad- todos en el pabellón comienzan a golpear sus
rejas, la presencia de aquel extraño les resulta inquietante, aunque ninguno tenía
idea de quien se trataba, juzgando por su traje barato, lo creían un abogado
mal pagado y eso era lo que él quería.

Loke era muy bueno en ocultarse del mundo, algo que para él resultaba
fundamental como periodista de investigación, sus artículos jamás llevaban una
foto suya, incluso en los reconocimientos de su labor en El Heraldo prefería
recibir bonos a un reconocimiento público, siempre aislado de sus colegas, era
una labor en solitario, trabaja con perfil bajo escribiendo notas mediocres que
demandasen poco tiempo mientras que el reste de su día lo dedicaba a algún caso
lo bastante desafiante, le gustaban los acertijos, crímenes sin resolver,
“suicidios” orquestados por gente poderosa y colarse en las escenas del crimen,
mientras más arriesgada fuese la labor, mejor para él; sin embargo su aptitud
de romper las reglas y molestar a personas con cargos más altos trajo a su jefe
más de un problema así que siguió con las notas mediocres y sus “actividades
extracurriculares“ serían parte de su tiempo libre de forma anónima.

Cuando llegó a la celda, efectivamente había otro guardia esperando, miró su
grabadora pero no dijo nada y se hizo a un lado para dejarle pasar pero antes
de que pudiese cruzar la puerta lo detuvo poniendo la mano en su hombro de
manera tosca se acercó a susurrarle al oído.

Guardia: Ese hombre asesinó a esa noche a 10 niños, entre ellos sus hijas,
hazlo confesar.

Periodista: Saldré de aquí con la verdad, lo juro- quitó la mano de su
hombro y entró.

Los moretones estaban bajando, pero era evidente que lo habían interrogado
muchas veces en los últimos días

Joel: he leído tanto sobre usted, esperaba que alguien de su reputación
fuese un poco más viejo- al parecer tenía cierta duda de que fuese el auténtico
Joel ¿habrían intentado timarle antes?

Loke Lorense: siempre he mantenido un bajo perfil, mi trabajo no funciona si
todos te reconocen a todas luces, incluso por ello pedí entrar a estas horas,
sé que solo cuentan con la mitad del personal en este horario.

Joel: lo sé, no necesita explicarme las normas del lugar. solo quiero estar
seguro de que se trata de usted.

Loke Lorense: ¿cómo hará eso?

Loke: veo que trajo su grabadora, así es, ambos sabemos con qué fin. Bien,
el alcaide debió firmar una petición que autorice su ingreso ¿puedo verla? –
Loke no dijo nada pero le mostró el papel al tiempo que comenzaba a perder la
paciencia- creo que puede comenzar- Joel no comprendió como había despejado sus
dudas, pero decidió no darle importancia en ese momento y comenzó a grabar.

Loke Lorense: ¿puede decirme su nombre?

Joel: Usted sabe quién soy

Loke Lorense: Es parte del protocolo señor- dijo con desdén.

Joel: Joel Conner.

Loke Lorense: ¿Número?

Joel: 11366

Loke Lorense: ¿De que se le acusa?- pero no hubo respuesta entonces, Joel se
vio obligado a insistir pero parecía que la sola mención del caso generaba
culpabilidad en Loke, Joel no supo si eso era producto de su estancia en aquel
recinto, remordimiento o miedo por lo que le aguardaba ¿realmente quería
confesar?- ¿De qué se le acusa señor Conner?

Joel: De asesinar a 33 comensales de mi establecimiento. No soy el culpable
por evidencia, lo soy por descarte, lo cierto es que nadie me vio hacer nada.

Loke Lorense: Ante los ojos de la ley, usted no dejó testigos- Loke prefirió
no añadir nada al comentario- Repasemos lo sucedido esa noche, si no le
importa- añadiendo esto último por educación.

Joel: El lugar estaba lleno, tuve que contratar a más personas ya que mi
esposa nos había dejado necesitaba más manos para el negocio. Contraté a dos
jóvenes que accedieron a trabajar medio tiempo después de clases. Uno de ellos
traía a mi hija después de clases, no tenía con quien dejarla así que dejaba
que hiciera sus tareas en la barra. Recuerdo que empezó a llover muy fuerte,
eso suele ser bueno para el negocio, la mayoría pasa a buscar refugio y pide un
café y algo de comer, como si la lluvia abriese el apetito. La especialidad del
día eran los huevos revueltos con tostadas y café, vendí tanto ese día que tuve
que salir a hacer unas compras de última hora o no tendríamos nada para el
desayuno, las tiendas de la zona cerraban a las 10 así que salí a toda prisa y
dejé a mi hija bajo el cuidado de los mozos, después de todo no quería
exponerla a la lluvia, se acababa de recuperar de una fiebre muy fuerte. Como
llevaba prisa solo compré lo básico, supuse que alguno de los chicos podría
comprar al día siguiente pero cuando regresé… – su respiración se cortaba,
jaló sus propios cabellos al tiempo que apretaba los ojos, al abrirlos estaban
rojos con lágrimas en ellos- lo que vi al volver… – se tomó un momento
antes de seguir- había un hombre en la cocina, estaba preparando una especie de
sopa, llamó mi atención de inmediato, no lo reconocí pero lo más extraño era
que mis empleados no parecía llamarle la atención en lo absoluto, tenía tantas
bolsas en mi mano en ese momento que no pudo abrir la puerta, así que empecé
silbar, suele funcionar pero ninguna respondía, mientras aquel hombre seguía
sazonando la sopa, el aroma no tardó en llegar a mí, ciertamente jamás logré
preparar nada que oliese la mitad de bien, era como si aquel aroma lograse
hipnotizarme, me adormecí y permanecí inmóvil mientras aquel hombre preparaba
esa sopa, en poco tiempo mis ayudantes llegaron a la cocina junto con un niño,
pero al ver a aquel hombre parecían tener miedo; sin embargo, este no tardó en
ofrecerles algo de sopa y tras probarla quedaron cautivos… lo siguiente que vi
no estaba hecho para los ojos del hombre…- las lágrimas volvieron, su
respiración fallaba y parecía sentir nauseas de solo pensarlo- aquel hombre
puso su pequeña mano en la tabla de picar y comenzó a cortar sus dedos, aquel
niño ni siquiera reaccionaba, solo sonreía como si no supiese lo que pasaba a
su alrededor y cuando lo dejó sin dedos en una mano hizo llamar al siguiente,
el pequeño se fue de lo más campante mientras llenaba el piso de sangre, el
cocinero hecho los dedos a la sopa y…- con asco y repulsión añadió- el aroma
fue incluso mejor que antes, recuerdo que caí de rodillas y empecé a vomitar
llorando; sin embargo eso pareció hacerme reaccionar, eso y la voz de mi niña,
ella era la siguiente, me puse de pie casi en el acto y frente a la puerta
estaba aquel hombre, por primera vez pude ver su rostro…y lo veo todas las
noches, piel blanca como leche, un anciano de sonrisa enferma, dientes
amarillos y una barba gris, de no ser por los gritos de mi hija me habría
paralizado otra vez del miedo, intenté abrir la puerta pero estaba cerrada,
quise tumbarla, para entonces mis ayudantes ya le habían dado de beber la sopa
a mi hija, el hombre se acercó a ella con el cuchillo en su mano, logró echar
abajo la puerta y mis ayudante intentaron retenerme, logré zafarme, forcejeé
con aquel viejo, para cuando logré arrebatarle el cuchillo la policía había
llegado, el arma tenía mis huellas.

Loke Lorense: Lo autopsia de esos jóvenes revela un traumatismo craneal
severo.

Joel: No voy a negar eso

Loke Lorense: Pero fue el veneno lo que acabó con ellos, junto con los otros
en el lugar. Ciertamente los efectos que esa sustancia causó harían revolver el
estómago a cualquiera, nadie pudo determinar que era esa sustancia que acabó
con la vida de los comensales, creen que es ruso. Pero supongo que eso ya lo
sabía. Luego de todo lo que acaba de decirme, estoy seguro que no escucharé una
confesión así que dígame ¿Qué estoy haciendo aquí?

Joel: Es el mejor detective de la gran ciudad, este es un caso más allá de
su comprensión, no tengo mucho por que vivir, pero partiré con la conciencia
limpia, le obsequio este acertijo como despedida.

Loke Lorense: Tienes más porque vivir de lo que se imagina.

Joel: ¿De qué está hablando? – parecía confundido.

Loke Lorense: Es cierto, para cuando la policía entró en el lugar casi todos
estaban muertos, entre ellos su hija; sin embargo, lograron limpiar su estómago
a tiempo de esa sustancia, claro que tuvo que atravesar una muy dolorosa
recuperación pero actualmente está fuera de peligro.

Joel: ¿Mi hija está viva?- la felicidad fue breve, pero la cólera no tardó
en invadirle ¿cuánto más pensaban ocultarselo? ¿Cuántas golpizas le habían dado
mientras la acusaban de matar niños y a su propia hija?

Loke Lorense: Sí no confiesa entonces…- pero el guardia entró de golpe y se
apresuró en sacar al detective a la fuerza- su hija está ahora en un orfanato
mientras se realiza el juicio, si no encuentran a algún pariente que se haga cargo
de ella…

Guardia: Maldito imbécil, se te advirtió que no debías mencionar a la niña.

Joel: ¡Devuélveme eso! – le había arrebatado la grabadora.

Joel no lograba encontrar palabras para lo que quería transmitir solo tenía
unos segundos para decidir qué haría ¿sería acaso una confesión? ¿su hija
crecería creyendo que su padre era un monstruo? Al menos podría visitarle,
seguramente acabaría viviendo con su madre, si lograban dar con ella ¿pero si
vivía qué garantizaba que volvería a verla? ¿se la llevaría lejos? Pero a final
de cuentas solo había una cosa en el mundo que la importaba y sin importar
como, solo dijo- ¡Cuida a mi hija! – imploró mientras los guardias intentaban
someterlo, ya no hacía falta mostrar sutileza así que armados con sus
cachiporras comenzaron a golpearle e hizo aquello que no había hecho en toda su
estancia, defenderse, logró sacarse de encima a los dos guardias, le dio un
golpe en la mandíbula tan fuerte al primero que le hizo escupir un par de
dientes, tomó su cachiporra y con fuerza la enterró en la boca del estómago del
otro, esto le hizo caer de rodillas y Loke se encargó de noquearlo con una
patada. Para entonces ya se había activado la alarma y la marcha de los demás
guardias casi lograba opacar las pifias e insultos de los presos, acudieron 10
guardias más, cuando entraron en la habitación Joel supo que jamás saldría de
ahí con vida “Confiesa” dijo uno, otro no tardó en seguirle, algunos
susurraban, otros gritaban mientras avanzaban hacia él, acorralándolo, Joel
gritó con desesperación el nombre de su hija y ese fue el final de la
grabación.

Cuando la grabación se detuvo, el espectro emprendió su retirada posó su
mano en el hombro del viejo y le dirigió una mirada, luego se marchó, entonces
las voces de la grabación estaban ahora en los oídos del detective
“Confiesa”, de pronto las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos,
cubrió sus orejas pero las voces seguían ahí “Basta” dijo él sin que
nadie lograse entender lo que acontecía en su cabeza “Ya, basta ¡BASTA!”
July y Mario itentaron acercarse a él pero la violencia que había en su mirada
y el tono rojo que comenzó a mostrar su piel les hizo dudar en acercarse
“¡BASTA! ¡BASTAAA!” rogaba, puso una mano en su pecho como acto
reflejo, mostrando un hilo de sangre de salir de su oreja, su corazón estaba
fallando, escupió sangre de la boca, con esfuerzo y con la mano libre señaló su
máquina de escribir mientras temblaba. July fue a auxiliarlo mientras Mario fue
a ver los archivos en los que el viejo había estado trabajando desde su llegada,
lo que estuviese buscando debía estar ahí, alguna especie de medicamento,
inyectable o pastillas.

Todos eran recortes del incidente en Corvis desde el punto de vista de 10
diarios diferentes, pero ninguno hacía mención a la hija. Encontró expedientes
robados del hospital ¿Habría logrado dar con ella? El rastro seguía, documentos
de adopción, pero no había rastro de ningún medicamento, eran copias, los
colegios en los que había estudiado, decenas de cartas enviadas con un sello de
“devolver al remitente”, estuvo por revisarlas cuando vio un frasco de píldoras
entre todas sus cosas bajo todas sus hojas había lo que creyó un expediente
médico junto a un recorte de periódico de El Heraldo, se apresuró a en entregar
las píldoras al viejo pero había algo en ese expediente que no lo dejaba
tranquilo, no tardó en volver a este. Entonces comprendió que le había
alertado, no era un expediente médico sino un acta de defunción en la que el
detective Loke Lorense firmaba autorizando la cremación del cuerpo, al ver el titular
del Heraldo comprendió que había ocurrido con aquel hombre “Conner confiesa crimen
y se quita la vida”, habían comprado su silencio.

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