C.D.K. – Jinete

Antonio era un niño de 12 años, bastante flaco, de cabello oscuro muy alborotado y muy rebelde que nunca lograba peinar del todo, así que comenzó a usar un sombrero para cubrirlo, incluso en interiores jamás se lo quitaba. Sus ojos eran marrones y tenía una mirada inquietante. Siempre quiso ser jinete de carreras, pero a los 11 años tuvo un accidente en el que cayó de la ventana de un tercer piso mientras espiaba a su vecina desnuda, cuando ésta gritó le hizo perder el equilibrio y la caída rompió su brazo, no quedó igual. Si tuvo éxito o no en tal hazaña, solo ambos lo saben, ella asegura que no y él convenció a todo su círculo de lo contrario, que la caída había valido la pena. Vestía siempre una camisa blanca, pantalón marrón y botas oscuras, a menudo robaba las cosas que los ricos olvidaban y las guardaba para sí mismo, aún era pequeño para usarlas, pero le gustaba imaginarse en otra vida, detestaba ser pobre. Debido a que tuvo que estar meses en cama por las lesiones que sufrió al caer, comenzó a leer mucho, aprendió como hablar como gente noble y sus costumbres, que iban desde el cómo comer hasta como dirigirse al resto sean inferiores o iguales.

Comenzó a trabajar para Atreyus después del último invierno, el chochero anterior fue un buen amigo suyo, Alberto, quien le contaba lo maravillosa que era mansión de Atreyus y como amaba su trabajo, podía pasear a caballo en sus ratos libres y la paga no estaba nada mal. Alberto siempre compartía con Tony su merienda o le invitaba algunas golosinas, era solo dos años mayor, pero Tony siempre se vio como alguien más maduro. Alberto solía cuidar de él cuando otros chicos del pueblo se burlaban de él diciendo que apestaba a establo o cara de caballo, debía a las facciones de su rostro y cara alargada.

Un día Alberto le contó que deseaba ir a pasear a cabello con una chica llamada Karen y que a escondidas había logrado sacar un segundo caballo del establo, Atreyus estaría fuera hasta la noche así que todo saldría perfecto. Tony no tenía la menor idea de que aspecto tenía esta chica, pero creyó que, si estaba interesada en alguien como su amigo, no era muy exigente, al verla se propuso que debía ser suya. Su cabello era oscuro y rizado, de corta estatura; sin embargo, sus atributos se habían desarrollado antes y en mayor proporción que las demás chicas de su edad e incluso mayores. Sin que Alberto lo note, Tony se fue acercando cada vez más a ella, a veces buscaba cruzarse con ella en la calle, le encantaban sus pechos y  los miraba cada vez que podía sin que ella lo notase. Tras conocerla más se percató de que era muy tímida y callada, por lo que a Alberto no le había costado demasiado conquistarla y por lo mismos, le resultaría más sencillo a él; sin embargo, también notó la devoción con la que se refería a él, su sonrisa y la forma en la que sus ojos soñaban al oír su nombre, mientras él estuviese en medio no podría ser más que un amigo, inaceptable. Así que al iniciar en uno de sus acostumbrados paseos, Tony se encargó de ensillar los caballos, como lo había hecho para ambos decenas de veces, pero en esta ocasión soltó ligeramente la silla de montar de Alberto, ambos partieron una tarde y al anochecer solo Karen había vuelto.

– ¿Karen? ¿Qué ha pasado? Atreyus casi regresa ¿Dónde está Alberto? – su preocupación parecía auténtica, ella estaba llorando, quiso abrazarla para consolarla, pero calculó que no era el momento- Respira – le dijo, puso la mano en su hombro y con la otra subió su rostro para verle a los ojos – ¿Dónde está Alberto?

– Su silla cedió y se ha roto la pierna, dio- Quiso decir dioses, pero no era seguro usar esas palabras a la ligera así que no logró terminar- No pude traerlo de vuelva, sangraba mucho, me ha enviado por ayuda- la había enviado a buscarlo a él.

-Escucha, es muy peligroso tratar de moverlo, habrá que buscar ayuda- ella le miró a asustada.

-Podría perder su trabajo si alguien se entera de lo que hizo- ella se sentía culpable, después de todo lo había hecho por ella.

-O la pierna, no podemos correr el riesgo. Debes ir a casa, si alguien pregunta, nunca lo viste, diré que fue a pasear conmigo cuando tuvo el accidente.

Hubo muchas otras formas en las que pudieron traerlo de vuelva y había a quienes más acudir, pero él eligió a Atreyus, era tan bueno mintiendo que sabía mentir mal a propósito, cuando le explicó que había sido idea suya dar un paseo, reveló información de más e incluso inventó detalles, como algunos alimentos que desaparecían de su despensa y algunos viejas prendas de Sergio que dio por perdidas, pensó que se las había llevado en su escape, y así era, Tony no sabía mucho acerca de su hijo, excepto que era un rebelde. Si Atreyus le creyó o no, es algo que Tony nunca supo, pero en menos dos días consiguió su empleo y no tuvo problemas en ceder el suyo en el establo de su padre para cuando Alberto se recuperase. También se encargó de decirle a Karen de que no era buena idea visitarle, por instrucciones del médico, mentira poco creíble, pero permaneció fiel a ella, era una de esas dobles mentiras, cuando Karen comenzó a dudar Tony le “confesó” de que la culpaba por su fractura, su pierna se había partido en dos por lo que no podría volver a llevar la vida de antes, que estaba enojada con todos y que lo mejor era darle espacio. Él rara vez iba a verle, le decía que Karen se sentía culpable al respecto y que le costaba admitirlo, que le era difícil verlo en ese estado, así fue como hizo que ambos dejasen de hablarse. Existen personas como Zerch, que a diario combaten su propia oscuridad, y están quienes se entregan a ella.

La familia de Antonio criaba caballos de carreras, no eran dueños, solo trabajan ahí. Las carreras eran un pasatiempo de ricos, pero tras cerrar las fronteras no todos podían pagar la manutención de sus corceles así que decidieron venderlos a una fracción de su valor, algunos no tan afortunados sirvieron de alimento, pero los de mejor casta fueron adquiridos en su mayoría por Atreyus algunas veces asesorado por Tony, lo que lo hacía seguir importante. Su nuevo empleo y salario alimentaron su ego y mentiras por meses. Le hizo creer a su círculo que era una especie de ayudante y que Atreyus estaba tan complacido con su trabajo que era cuestión de tiempo para que se obsequie su propio corcel, algo que en realidad le llevaría al menos 3 años, si ahorraba lo suficiente. Su vestimenta fue lo primero que cambió, cortesía de Atreyus, supo entonces que estaba un paso más cerca de la vida que merecía, pasaba mucho tiempo frente al espejo, mantenía su atuendo de trabajo incluso después de su jornada. Con el tiempo se hizo cada vez más cercano a Karen e inventaba toda clase de juegos para pasar más tiempo con ella, algunas veces cuando estaba muy cerca de cruzar la línea elegía retroceder y poco después retomaba donde se había quedado, fue así como un día de verano tras ganarle una partida de cartas le pidió un beso a cambio, lo consiguió y pese a haber hecho trampa se convenció a si mismo de que ella le dejó ganar. Alberto se enteró de que ambos estaban juntos cuando vio a Karen darle un beso de despedida a las afueras de la mansión, desde luego, Tony se las había orquestado todo, su tiempo de llegada, la ruta que él seguida, incluso recalculó el tiempo al tener que andar con cojera, al verlo en un estado tan lamentable sintió compasión de él, tal vez le ofrecería de nuevo su amistad, si la quería. Karen nunca supo que se vieron, él fingió otra visita improvisada a la casa de su amigo dándole tiempo más que suficiente para calmar sus ánimos. El plan era convencerlo de que lo valoraba a él más que a sus sentimientos hacia Karen, incluso dejó que le golpeara para hacerle sentir culpable, después de eso comenzó la discusión y con algo de paciencia se volvió una plática.

-Alb, has sido mi mejor amigo, nos conocemos desde niños, desde que tu madre nos obsequiaba penecillos de azúcar a escondidas de la panadería. Me conoces, sabes quien soy y que no la habría dejado hacer lo que hizo si no fuese en serio ¡Dioses! – no creía en ellos, pero su amigo lo ignoraba, además el sí era un creyente. Su actuación de arrepentimiento era modesta, pero siempre convencía a la mayoría, entre ellos sus amigos – No podía verla sufrir, me acerqué a ella y malinterpretó las cosas, se siente tan culpable por lo sucedió que no puede verte.

– Dime la verdad ¿Ella te importaba desde antes? – la respuesta a eso podía condicionar mucho las cosas, por un lado, si lo afirmaba pondría en duda todo lo argumentado hasta el momento, por otro lado, si mentía y lo lograba convencerle, tal vez acudiría el mismo a Karen para aclarar las cosas.

-Por supuesto que sí, como a la hermana que nunca tuve- a veces una mentira a medias era mejor- Escúchame, no estaría aquí si no me importara el cómo te hace sentir esto, si quieres que me aleje de ella está bien, lo haré. Desde mañana no volveré a dirigirle la palabra, sin explicaciones, nada, al principio le dolerá, pero pronto llegará alguien más que haga lo que yo, quiero que sea feliz tanto como tú. Si eso quiere, lo acepto si es el precio de salvar tu amistad. Iré a buscarla ahora mismo y le diré que confundió la cosas, que fue un error- sabía que decir, que fibras tocar. Estaba por salir de la habitación cuando Alberto le detuvo.

-Espera- con mucho dolor tuvo que aceptar que él podía cuidar mejor de Karen, los sentimientos de su amigo parecían sinceros- Tal vez me lleve un tiempo aceptarlo, te conozco de toda mi vida, estoy listo para perdonarte a ti, pero no sé si a ella ¿me entiendes? – y eso era suficiente.

Otra de las funciones de Antonio como cochero también implicaba recoger y regresar a sus invitados, por último, pero no menos importante, hacer recados y algunas compras de carácter no natural, es decir, el tipo de cosas que no podía encargar a alguien como Grace. Ella no terminaba de conocer a Antonio, en ese entonces él dedicaba mucho de su tiempo libre a Karen, ya que Grace carecía de curvas, aunque él siempre se mostró cortes y detallista con ella, tal vez en unos años podría desarrollarse, pensaba él. La mayoría de recados eran ingredientes de la droguería, como fachada, era una tienda todo toda clase de medicamentos, en su sótano, un laboratorio de alquimistas, fue creado en la época en la que la Inquisición perseguía a los hechiceros y no creyentes, es decir cualquiera que desarrollase un poder ajeno al de los dioses. A Tony le daba lo mismo quien estuviese al frente de Kairon mientras fuera en el bando ganador y tras servir a Atreyus supo que ese era a su lado.

El sótano tenía un olor extraño de vejes y maderos podridos, su tamaño excedía 5 veces al de tienda superior, era una biblioteca llena de líquidos de distintos colores, algunos brillantes, otros oscuros y otros en frascos más grandes parecía burbujear o moverse en su interior, era mejor no preguntar algunas cosas. Otros frascos contenían fetos preservados en líquidos color amarillo o naranja, le llevó un tiempo acostumbrarse a eso. Algunos contenían partes humanas, ojos, pies, manos, miembros, le revolvía el estómago solo verlas, comprendió porque lo habían enviado a él en lugar de a Grace. En su primera visita se dirigió al pasillo que contenía animales en frascos, sentía que le estaba viendo, en su mayoría eran pequeños, todos eran ingredientes que serían casi imposibles conseguir de sus contrapartes adultas. Tenían crías de dragón, muy pequeñas y al parecer no se habían desarrollado por completo, les faltaba alguna extremidad, estaban contenidos en un líquido azul al que llamaban “Lágrimas de ninfa”, tenía la cualidad de preservar los cuerpos frescos y “siempre jóvenes”, a él le pareció gracioso. Uno de los frascos llamó mucho su atención contenía un líquido rojo brillante, dentro había una hermosa joven desnuda con orejas de punta de tamaño diminuto que podía caber en su palma, alas de mariposa casi transparentes, tenía los ojos cerrados como si estuviese durmiendo “un hada” dijo anonadado.

-Tiene un buen ojo para estas cosas, jovencito- dijo el dueño del piso inferior- son sumamente difíciles de capturar, es mi último ejemplar, resguardaba una bebé cuando la encontramos, dicen que es el momento más sencillo para capturarlas, bajan más la guardia. Se cree que atrae la buena suerte, la verdad es que en su estado no es más que decoración muy fina – de pronto el hada abrió los ojos con rostro inexpresivo, pero Tony sintió un aura inquisidora.

– ¿Está viva? – dijo sin dar crédito a lo que veía, estaba más asombrado que asustado.

-Oh, sí- dijo él complacido – Muerta no valdría nada. Ese líquido es mi propia mezcla, “Sangre de fénix”- dijo con orgullo, probablemente ese era el ingrediente principal- Se sostiene entre la vida y la muerte, abre los ojos ocasionalmente, pero si llega a salir morirá en pocos segundos.

– ¿Puede oírnos? – Tony estaba fascinado.

-Es probable, pero no tiene capacidad para razonar, parece reaccionar al ruido, calor y al frío, sus ojos son lo único que mueve. Ese líquido nunca se congela, contiene un poco de arenas de sangre- el brillo en sus ojos al hablar de su creación era inquietante.

– ¿Cómo dice que la encontró? – tal vez podría atrapar una el mismo.

-Cuidaba a un bebé – Tony parecía algo inquieto al haber pasado con los frascos con fetos embotellados-  oh, no te preocupes, no somos monstruos, pusimos al niño a buen recaudo. Los demás en exhibición murieron al nacer- una mentira a piadosa.

– ¿Sus padres? – demasiadas preguntas sobre el bebé parecían poner incómodo al dueño.

-Muertos, por eso le cuidaba- dijo sin mucho interés.

– ¿Tiene nombre? – había muchos mitos sobre las hadas y ahora tenía una enfrente, quería descubrir todo lo que podía con respecto a ellas.

-No tienen la capacidad de hablar, la bauticé Bell Fire.

– ¿Está a la venta? – si quedaba algo inocencia en él, era su fe en esos seres, cuando se trataba de hadas volvía a ser un niño. Ante la pregunta, el hombre solo rio.

-Absolutamente, todo aquí está a la venta, pero temo que su valor monetario no está a su alcance, jovencito- pero la mirada de Tony seguía firme, debía ser suya, el hombre vio en él una oportunidad en su desesperación – Sígueme.

Había todo un pasillo con pequeños tubos de sangre clasificada por rangos de edad, algunos con rótulos muy perturbadores, hasta para él, que iban desde el primer florecimiento de una doncella hasta su primera vez en el lecho, ese pasillo era el menos visitado, exclusivo para hechiceros de sangre, los más peligrosos de Kairon y todos parecían temerle a Atreyus.

-La magia de sangre está muy por encima de todas- dijo el vendedor tras observar la conducta de Tony en su primera visita, leía demasiado los rótulos como si se negara a creer en su contenido- Si tanto te interesa, harás trabajos para mí, hasta que termines de pagarla. Serás un recolector- por su experiencia con Atreyus, estaba familiarizado con el término, conocía a quienes podían ayudarle a cambio de dinero, no se ensuciaría las manos si podía evitarlo. El hombre tomó lápiz y papel y comenzó a escribir algunos ingredientes que necesitaba, luego se la dio a Tony, quien tras analizar lo requerido solo surgió una duda.

– ¿Si acepto podré llevármela enseguida? – pues desconocía cuánto tiempo le llevaría reunir todo.

-Por supuesto. Estamos entre caballeros, pero claro, debo tomar mis precauciones. Necesitaré que algunas cosas de ti, desde luego te las devolveré al saldarse la deuda.

– ¿Qué cosas? – preguntó el con cierta desconfianza, pero entonces el hada parecía fijar sus ojos en él, lo tomó como una señal, debía ser suya.

-Para empezar, un poco de tu sangre- Tony tenía una remota idea las cosas que se podían hacer con ella, era aterrados, pero claro, él trabajaba para Atreyus, mientras cumpliera por su parte todo iría bien. Con temor preguntó.

– ¿Qué más?

Por fortuna, la lista era corta: un mechón de su cabello, al tener un cabello largo nadie notaría si faltaba un poco, menos con su sombrero. Lo siguiente era su semen, para lo cual una anciana lo llevó a una habitación en lo más oscuro de la tienda, entró primero, pero al darse vuelta la anciana se había ido y en su lugar estaba Karen quien llevaba un vestido blanco casi traslucido que dejó caer al suelo, tal como la había soñado tantas veces, al despertar se encontraba solo y vestido. Fue a buscar al vendedor y le preguntó por alguien con la descripción de Karen, le dijo que no había entrado nadie con esa descripción, también preguntó por la mujer que le había llevado a esa habitación, a lo que alegó que nadie más que él trabajaba en ese sótano, Tony prefirió no volver a tocar el tema. El último, pero más difícil, una uña, eligió una del pie para que nadie lo notase, pero vaya que fue doloroso. Antonio cometió el error de preguntar…

– ¿Qué hará con todo esto?

-Si cumples con tu parte, no tendrás que averiguarlo- guardó los recipientes con los ingredientes en una pequeña caja, luego miró al joven cochero, puede que tuviese estómago para ello, así que le hizo una invitación – pero si realmente deseas saber, te dejaré verlo en tu próxima visita.

Esa noche, Tony volvió con Atreyus con la lista de ingredientes y, colgando de él, un lamparín rojo brillante al que su jefe no le prestó atención. Tenía unas láminas de metal que le rodeaban, simulando una celda, en su interior, una malla de acero rodeaba el frasco con el hada en su interior, así estaría oculta a plena vista, dejando salir algunos apenas unos ligeros destellos de luz roja. Una vez en casa sacó el frasco del interior del lamparín y contempló su trofeo, esperaba que abriese los ojos una vez más, pero esta permaneció inmóvil el resto de la noche y él contemplando si figura, esperando que pudiese moverse.

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2 comentarios de “C.D.K. – Jinete”

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