
Alaric siempre se consideró un lobo solitario, hasta que conoció a Selina. Alaric era solitario por voluntad propia, pero era como si todos en el pueblo temiesen a Selina. Quedó huérfana desde muy pequeña cuando su madre y hermanos fueron acusados de practicar hechicería, la orden de asesinos conocida como Santa Inquisición se encargó de llevar la justicia del rey para ser sentenciados y ejecutados en el acto por la espada que había jurado protegerlos, su padre. Ella era muy pequeña para entender el concepto de hechicería, con el cuidado adecuado no representaría una amenaza para el reino e incluso sin la correcta instrucción jamás lograría despertar sus poderes. Selina no recordaba las artes oscuras de las que su familia fue acusada pero si recordó la noche que fueron aprendidos por su propio padre, quien los llamó abominaciones e hijos del demonio, recordó como sus hermanos le negaron la entrada a los guardias y a su madre llevarla a su habitación en brazos, sus ojos llorosos, con el índice tomó una de sus lágrimas y mientras recitaba palabras que ella desconocía dibujó una estrella en su frente, finalmente dijo “Por siempre y para siempre”, se dio un beso en los dedos medio e índice para luego ponerlos en sus labios, entonces lo guardias entraron junto con su padre, sus espadas tenían sangre y venían por más…
Fue entonces cuando entró Sir Willian, el último caballero honorable en todo el valle, quien pese a no tener ningún control o jerarquía sobre la Santa Inquisición dio la orden de bajar sus espadas a lo que todos obedecieron en el acto excepto el padre.
-Es un monstruo, si no le ponemos fin ahora el reino será reducido a cenizas, la sangre de nuestra gente estará en tus manos.
-Me parece que vuestras manos ya tienen suficiente sangre. Esta niña ahora está bajo la protección de Kara, y todo aquel que se atreva a dañarla va en contra de sus deseos.
-¿Kara? ¿Qué sabe una diosa menor de asuntos mortales? – dicho esto se dispuso a apuñalar con una daga a su pequeña hija, acto seguido unas gotas de sangre cayeron en la frente de la pequeña, la daga cayó al suelo y dando un grito de dolor el padre intentaba retirar la espada de su antebrazo. Nadie fue en su ayuda, Willian cargó a la bebé en su brazo y retiró la espada con el otro.
-Si atiendes tus heridas lo bastante rápido tal vez aún puedas salvarlo, pero jamás podrás empuñar una espada otra vez, que sea entonces tu propia sangre las últimas víctimas de tu acero…
Selina pasó a custodia de Sir Willian, quien le ofreció un hogar en la iglesia a la que él servía, un lugar acogedor con una chimenea siempre encendida, tres comidas al día y un grupo de gente quienes a su manera la amaban pero sin razón aparente también le temían. Mucho de ella les recordaba a su madre, su sonrisa, aunque en muy contadas ocasiones, sus ojos, sus gestos y su repentino interés por objetos arcanos. Los adultos preferían ignorarla y los pocos niños que se atrevían a acercarse a ella la llamaban bruja.
Alaric por otro lado si tuvo a ambos padres consigo, pero la cruz que él cargaba era muy diferente a la de Selina. Sus padres eran de mundos distintos, su madre dejó la vida que conocía para irse con él, renunció a muchas cosas en el proceso muchas de las cuales la atormentaron hasta el día de su muerte. Se decía que ella encontró cierta paz cuando nació Alaric. Su madre le explicó porque su padre se vio forzado a abandonar el reino junto con ella; sin embargo, esa misma noche sería traicionados y emboscados por quienes alguna vez fueron sus leales hombres, su padre logró escolar a Alaric y a su madre fuera de esas tierras aunque ello le costó la vida, su madre era la único que le quedaba en el mundo y por desgracia su vida no se prolongaría mucho después de aquella noche, moriría por una extraña enfermedad, una peste a la que al parecer su mitad elfo había vuelto inmune.
Alaric se había dejado el cabello de tal forma que lograba tapar lo suficiente el detalle de sus orejas y al ser cazador nadie creía extraño que usase capucha la mayor parte del tiempo pues se sabe que son reservados. Viajaba constantemente y evitaba quedarse mucho en un mismo lugar y también las grandes ciudades, en menos de cuatro años ya había recorrido todo el continente y a donde quiera que fuese llevaba un diario consigo recopilando toda clase de información, su última parada lo llevó a un pequeño pueblo llamado Gallow, por la historias sabía que se acercaba una semana de celebración y aunque no era amigo de las multitudes todos aseguraban que era un espectáculo se debe presenciar al menos una vez en la vida, el festival se llamaba The Witcher
Día 1:
La celebración comenzaba con artistas a lo largo de todo el pueblo recreando los sucesos ocurridos hacía ya diez años, todos tenían su propia versión y Alaric se tomó el tiempo de verlas todas, desde la función de títeres en la plaza mayor para los más pequeños hasta la presentación en el coliseo, todas tenían algo en común, el crudo final que tuvo el aquelarre. En la presentación nocturna del coliseo hubo algo que llamó su atención, además de los efectos muy bien logrados por la compañía artística, y fue que alguien que se paró y emprendió la retirada poco antes del gran final y aunque estaba oculta por el velo de la noche pudo ver su rostro con toda claridad cuando pasó frente a él, el único del lugar con esa habilidad pues los ojos de elfo pueden ver en la penumbra. Ella supo que la estaba mirando y al pasar por ahí sus ojos se cruzaron unos segundos, ella no podía verlo, pero Alaric sentía que sí y entonces retomó su camino. La obra seguía con normalidad, Alaric ya conocía el final, estaba en el último acto, la entrada triunfal de Sir Willian quien entraría en cualquier momento por esa puerta acompañado de sus fieles escuderos pero lo cierto fue que sus escuderos entraron solos y fue uno de ellos quien improvisó de manera bastante brillantes algunas líneas, pero ¿Dónde estaría el otro actor?
Día 2:
El segundo día del festival era menos artístico, pero había abundante pan y vino, y sí, solo eso, tanto pobres como ricos comían lo mismo; sin embargo, no eran los ricos los que se rebajaban a comer cosas tan cotidianas, muy por el contrario. Había al menos 30 clases de pan y todos se repartían en un mismo punto: la Catedral, también conocida como la iglesia de la diosa Kara. El detalle era que solo los monjes del Gallow eran los únicos de la región que sabían elaborar pan en tantas variedades, cada hora salían más y más, siempre había pan caliente para todos. Pero la razón por la que tantos extranjeros visitaban la ciudad en esa época, era por el vino, sus uvas eran cosechadas durante el equinoccio de verano e invierno, el festival podía solventarse por sí solo con la importación de tan delicioso brebaje.
Alaric no iba a dejar pasar esta oportunidad así que haciéndose pasar por uno de los cargadores logró robarse una botella, algo que le hizo mucha gracia pues al terminar la jornada otros cargadores habían hecho lo mismo y lo invitaron a beber con ellos “Si un cargamento de Gallow llega con 9 de 10 botellas intactas se considera un éxito” le dijeron al tiempo que le ofrecían una copa y bebió, bebió hasta caer el sol y sus colegas cayeron con éste. Alaric ya había bebido lo suficiente como para saber que sería el siguiente y pese a sentirse sobrio decidió que ya era tiempo de regresar. En el camino pasó por la Catedral, el pan se había terminado pero como todos los años la producción seguiría hasta la medianoche pues quedaban aún demasiadas personas que querían más, en su mayoría gente pobre que solo quería almacenar comida para días más fríos. En el camino se topó con un gato negro que al juzgar por el cuidado de su pelaje era de alguna familia muy adinerada pero lo que llamó su atención era que al parecer lo estaba siguiendo, Alaric llegó a pensar que había bebido demasiado, decidió cortar camino entrando por un callejón, no había nadie a la vista y gracias a sus ojos de elfo se sintió superior en la oscuridad así que intentó cruzar pero sintió que lo seguía, se dio vuelta para comprobarlo pero no había nadie y al retomar su camino ahí estaba ella, aquella chica del teatro, contuvo la respiración, no supo si por la sorpresa o porque sin aquella capucha lucía más bonita en persona y menos alta, no debía tener más de 14 años, llevaba consigo un hábito color azul oscuro casi negro con ligeros brillos que recreaba perfectamente un cielo estrellado, era una túnica mágica. Él tenía inclinar la cabeza para verse a los ojos y al hacerlo su corazón se detuvo por un instante, el color en sus ojos era como su túnica, un azul noche y un cielo estrellado, hasta aquel momento jamás había presenciado algo más bello en su vida.
-No traigo nada de valor- dijo ella, estaba asustada pero lograba disimularlo bien. Alaric llegó a cuestionar si su atuendo lucía tan mal como para tomarlo por un ladrón- Solo déjame ir- el segundo comentario le pareció algo gracioso dadas las circunstancias.
-Soy extranjero, no un ladrón.
-Llevar una capucha en lugares como éste no es una conducta que muchos aprobarían, no deberías asustar así la gente, menos siendo un forastero- dijo ella con algo más de seguridad, al parecer empezaba a creerle- Deberías mostrar algo más de respeto por tus anfitriones, recibimos a gente de todas partes del mundo en estas fechas y ciertamente nunca falta algún codicioso que busca dinero fácil en callejones oscuros.
-Me disculpo si la he ofendido, la mayoría de los que conozco se ponen incómodos en mi presencia- él no lo supo pero sus últimas palabras y sus próximas acciones serían aquello que extendería su vida, pues contra todo instinto de supervivencia se descubrió la capucha a ojos cerrados, esto movió algunos de sus cabellos y descubrió las orejas de punta, mientras abría los ojos su mirada comenzaba a subir pero ella se había ido y al mismo tiempo escuchó como un objeto que caía al suelo, pero no logró ver donde quedó.
Alaric retomó su camino y pese al alcohol le llevó horas conciliar el sueño pensando en aquella joven con ojos azules como la noche, mientras que, en un callejón, a unos metros de él, un gato oscuro observa la lluvia desde una ventana, decepcionado de su ama al escoger una presa menos exótica que el joven semielfo pero habría sido un desperdicio no usar al que ya tenían cautivo, después de todo, su actuación en el coliseo había pecado de mediocre ¿Quién lo echaría de menos?