
El cuarto día era una competencia de persecución, algunas de las candidatas a doncellas habían sido “secuestradas” y aspirantes a Campeón debían encontrar a alguna antes de que se ponga el sol pero no era solo eso, para mala fortuna de los participantes ese era el día de la primera nevada por lo que el reto sería doble.
La búsqueda comenzó al amanecer, había perros entrenados y caballos ensillados a la espera de sus dueños, naturalmente los Maximof tenían prioridad en el proceso de selección, además eran sus perros y corceles un préstamo de su familia para hacer una competencia más pareja. Desde luego ellos sabían cuáles eran los más rápidos, los perros con mejor olfato y o los más jóvenes.
Alaric fue el último en ser seleccionado así que no tuvo oportunidad de escoger, le dio una manzana al caballo que debía ser suyo “Está enfermo, si regreso con un peso más luego de una tarde galopando seguro caería rendido” uno de los criadores le preguntó cómo sabía eso a lo que respondió “Tú eres el criador ¿cómo es que no lo sabías tú?” (En realidad al acariciar su cabeza sintió que su temperatura no era la apropiada y su lengua tenía un tono extraño cuando probó la manzana). Supuso que esa era la trampa de la que tanto estaban hablando los demás aldeanos, esperó no necesitar del corcel y siguió su camino e hizo que un anciano perro le siguiera el paso por al menos dos kilómetros.
Todas las doncellas estaban escondidas en alguna parte del bosque, pero la entrada era una misma para todos, el anciano perro parecía no querer entrar, ladraba hacia el bosque, había algo más en ese bosque. Se arrodilló en la entrada y comenzó a observar la tierra con detenimiento, cogió un puñado y lo dejó caer lentamente quedando algunas hojas y rastros de césped entre sus dedos, olfateó y dejó caer los restos que tenía en su mano viendo que dirección iba el viento.
-“Fueron escoltadas hasta la entrada del bosque, las marcas en el suelo pierden profundidad en el camino dentro así que una vez aquí caminaron por su cuenta, otras partes de la tierra fueron movidas con fuerza, algunos jinetes iban a prisa, otros seguían el rastro de sus perros”- Alaric miró al suyo el cual estaba olfateando la tierra que él había dejado caer- “Alguien entre ellos iba descalzo, debe ser aquel a que llaman el Monje. Otros salieron con su desayuno en boca, veo muchas migas de pan así que debía estar crujientes a diferencia del que me sirvieron a mí, eso significa que estaba recién horneado y tales detalles solo se tendrían con los dueños de casa. Otros perros también se negaron a entrar, sus huellos muestran que fueron forzados a hacerlo por la cadena de sus amos, lo mismo fue para los caballos, sin duda todos los animales hicieron un alto aquí, suele ser por un animal más grande pero este boques está inhabitado y no hay huellas de algo más grande…”
Alaric siguió el sendero, caminó detenidamente buscando alguna pista, encontró algunas bastante obvias como arbustos que algunas ramas rotas, un rastro pequeño de tela rasgada en uno de ellos y gracias a sus oídos de elfo podía escuchar a los perros que seguían en el bosque. En algún punto su perro se reusó a acompañarlo con mucha más fuerza que antes y él no tenía una cadena para obligarle, supo que debía tomar esa dirección, era la parte más espesa del bosque y gracias a lo alto y frondoso de los árboles parecía simular que era de noche, pero si demoraba más tiempo lo sería, solo quedaban unas dos horas de luz y aunque para él eso no sería problema sabía que era una competencia y debía actuar rápido. No hubo rastro, no habían huellas o si las había eran prácticamente indetectables, perfectamente camufladas entre la tierra del bosque.
Finalmente llegó a su destino, la había encontrado cubierta nada más por una piel de león tan grande como un caballo, la usaba como una capa.
-Me encontraste- dijo Selina intentando cubrir más de sí usando la piel del animal, Alaric no apartaba la mirada de ella y sus ojos en un intento de no hacer más incómodo el momento.
-Los perros siguen el rastro de tu ropa mientras esa piel que llevas camufla tu aroma, por eso los animales temen tanto entrar aquí.
-Pudo ser uno real- dio un paso lentamente hacia él.
-No hay rastros de un animal más grande habitase por aquí, tampoco es una buen lugar para hacerlo, no hay agua ni comida. Además los leones prefieren otra clase de climas.
-Te tomaste tu tiempo al no venir a caballo, otros pudieron encontrarme antes que tú- y con cada respuesta ella daba un paso más.
-Lo habrías escuchado venir, eres lo bastante lista para tomar senderos lo bastante angosto para ellos y a decir verdad fue lo que hiciste. Sabías que nadie más te encontraría, no con todas las precauciones que tomaste.
-¿Si soy tan lista como fue que pudiste dar conmigo al final?- ya tan cerca era difícil mantener la mirada en sus ojos.
-Tenías un plan y lo seguiste, el que te encuentre nunca te molestó realmente, lo que querías era que los Maximof no lo hagan.
-¿Por qué ellos particularmente?
-Las medidas que tomaste, fue para contrarrestar a los caballos más rápidos y a los perros con mejor olfato.
-¿Y por qué haría eso?- ya estaba justo frente a él pero al ser más baja su mirada se atrevió a descender y aunque ya la había visto al encontrarla no se atrevía a exhalar a riesgo de que su respiración toque su piel desnuda.
-Es algo que descubriré si llego hasta el séptimo día pero no podré hacerlo si no accedes a venir conmigo.
-Entonces llévame contigo- dijo al tiempo que se quitaba la capa de león que cuidaba su espalda y cerró los ojos. No sabía que esperar, de pronto sintió las manos de Alaric rodeándola y luego se alejó.
-Comienza a hacer frío- le había colocado su camisa para que la cubra en lugar de la capa de león mientras que Selina pensaba que era muy noble para alguien que vivía en un bosque cazando conejos. La cargó para salir del bosque, no quería que se lastimase por el camino que había tomado de ida, la sangre aunque mínima fue otro de los rastros que habían guiado a Alaric mas no se lo dijo por el esfuerzo que había hecho ella en no quejarse con respecto a sus heridas.
Fue entonces la primera vez que Selina la vio, al tener su torso descubierto con unas gotas de sangre que salían de ella, la cicatriz o más bien una marca forjada por acero al rojo vivo, el símbolo de la luna y el sol en uno mismo, representaba un eclipse, ella lo miró por primera vez desde que emprendieron el tramo de regreso y al darse cuenta respondió sin verla.
-Es una marca de maldición, es como una herida que nunca cierra, se abre de repente y se cierra del mismo modo. No está tan mal por lo general no lo noto- no era que el cazador fuese un mal mentiroso pero Selina se había criado en la Catedral rodeada de gente que podía convencer a una sacerdote de que la luna ardía en llamas.
-¿Quién te hizo esto?- tratando de ocultar su lástima pero así como ella podía detectar las mentiras Alaric detectaba emociones.
-La gente- la respuesta fue bastante cortante y Selina no se animó a hacer más preguntas así que Alaric añadió al final- El mundo puede ser un lugar difícil si se es mitad algo.
Alaric esperaba que el viaje de regreso sería bastante largo, pero se sorprendió que a las afueras del bosque un grupo de sirvientes. Una vez dejó a Selina a buen recaudo, no tardaron en explicarle la situación, todos los caballos habían muerto, Alaric sintió lástima por los 8 corceles.
-Vi que el mío estaba enfermo poco antes de venir…
-Señor, los caballos de la competencia puede que sean los únicos que hayan sobrevivido. Un animal, algunas clase de… bestia asesinó a todos los caballos del rancho. Tuvimos que cerrar toda el área, ahora es solo un montón de cuerpos putrefactos y charcos de sangre.