
Para el anochecer ya habían apilado el cuerpo de todos los caballos y con gran esfuerzo lograron encender la hoguera, la torre de cuerpos resultó tan grande que llevaría horas en ser consumida, sin mencionar aquel desagradable olor que provenía de la torre, el humo no tardó en llegar al pueblo y sin problema alguno logró pasar a través de cada puerta y ventana por más medidas de prevención que sus pobladores hubiesen tomado. Si el aroma era desagradable para aquellos que vivían en el pueblo, a los huéspedes del rancho Maximof les tocó la peor parte, ni que decir de Alaric que en su vida jamás odió tanto el tener un mejor sentido del olfato que el humano promedio. Como medida desesperada humedeció un paño con alcohol y lo usó como mascarilla en un intento de conciliar el sueño, donde lamentablemente tampoco encontró cobijo.
En sueños huía de ser aplastado por una estampida de caballos salvajes de pelaje negro, tenían huesos expuestos en algunas de sus extremidades y en algunos casos la piel le colgaba mostrando algunos gusanos y lombrices devorando si piel, sus ojos eran como los de Selina, oscuros como la noche y lloraban sangre, su hocico exhalaba fuego y emitían un ruido muy humano, un sonido que Alaric reconocía muy bien, dolor. Entonces sintió un dolor en su pecho, su corazón, fue tan fuerte que lo paró en seco y cuando se dio vuelto la estampida pasó sobre él…
Al despertar su cicatriz estaba sangrando nuevamente, su mascarilla se había retirado, al principio pensó que era el sueño lo que lo había despertado o el dolor de su cicatriz recién abierta, pero la verdadera razón había sido el frío, su ventana se había abierto y en el acto fue a cerrarla. Se puso en alerta al darse cuenta de que el viento no había roto el cerrojo sino que había sido abierta desde adentro, pocos sabían que él podía ver en la oscuridad por lo que no le llevó mucho ver que no había nadie más en la habitación junto con él, pero sí le habían dejado un pequeño presente, una caja de madera. Al abrirla había una vela de color morado con aroma a lavanda, junto a la vela también había una especie de ungüento con instrucciones muy específicas de cómo aplicarlo, no tenía tan buen aroma como la vela y pese a estar todo mezclado Alaric podían detectar el aroma de algunos de sus ingredientes “Selina” dijo cuando supo quien la había enviado, se aplicó la crema en sus marca de maldición, además se animó a encender la vela, su aroma era fuerte, más que el del humo y mucho más agradable, con todo esto por fin dispuso a dormir con el aroma a lavanda impregnado en toda la habitación, no hubieron más pesadillas esa noche o sueños de algún otro tipo.
A la mañana siguiente la torre de los caballos se había consumida en su mayoría y la mayoría casi se había acostumbrado al aroma, además los Maximof había tomado algunas medidas para contrarrestar el aroma en los interiores de su hogar, más velas, aunque no eran tan efectivas como la que le habían dejado ayer en su habitación, se sintió afortunado. Al momento del desayuno descubrió que algunos se le habían adelantado.
-El caballo es el símbolo de la familia Maximof, esto es un mal augurio para todos los involucrados- era el Monje conversando con aquel artista callejero.
-Uno de los miembros de la familia salió seriamente lastimado ayer, al parecer su cabello se desplomó, debió haber contraído fiebre por el mal clima de la otra noche- entonces se percató de la presencia de Alaric- Pero si sigues aquí, creí que a estas alturas tendrías un pie en la puerta.
-Los escuché hablando acerca de los caballos ¿Cómo pasó eso? ¿50 muertos?- no había tenido ocasión de comentarlo el día anterior, mandaron a todos a sus habitaciones una vez terminada la competencia y les enviaron sus meriendas y otras comidas a sus habitaciones. Para mala fortuna entró uno de los hijos mayores de la familia, Víctor, quien ya había estado escuchando suficiente.
-Los mejores tienen un establo diferente, esos eran los destinados a la competencia, quien hizo esto liberó a los del segundo establo y comenzó a cazarlos uno a uno mientras nosotros estábamos en la primera prueba ¿eso aclaró tus dudas?- dijo mientras se acercaba a Alaric tratando de intimidarlo, le llevaba al menos una cabeza de diferencia y estaba seguro que de un golpe lo privaría, pero era su invitado así que hizo un esfuerzo en contenerse- pese a todo lo que creas, esta familia ama sus corceles, lo único que impide que salgamos a una cacería es la tradición que este festival implica. Ahora si ya no hay más interrupciones estaré reparando el establo, la siguiente prueba será al anochecer así que busquen como pasar el rato- acto seguido se marchó llevando consigo un hogaza de pan.
-¿Esto vuelve a ser divertido en algún momento?- preguntó el semielfo.
-¿Quieres decir “para nosotros”?– dijo el artista con ironía- Mañana habrá un ganador de entre nosotros, mucho vino, mujeres o lo que tu prefieras. Por cierto, soy Locke.
-Suena como cualquier otro día de esta celebración, soy Alaric- dijo cazador.
-Olvidan la selección de la hija de Kara, es la parte final de este festival.
-Kara es una diosa menor- dijo Locke, era cierto, la mayoría no había oído de ella, pero eso no la hacía menos respetada, o temida, que por aquellos que sí.
-No en esta parte del continente- defendió Alaric.
-Por fin estamos de acuerdo en algo – dijo el Monje- En fin, una vez el vencedor haya seleccionado a quien será la próxima hija de Kara, ésta le pertenecerá por el resto del festival pero su alma se hará una con la de la diosa.
-Tengo entendido que las mujeres Máximof han ganado este titulo más de una vez ¿Cómo saben si es cierto?
-Todas aún viven y han conservado su belleza un tiempo particularmente más alto que una mujer promedio- dijo el Monje- Algunos llegamos a creer que eran uno de los tuyos- haciendo alusión a la raza de Alaric- Tengo claro a quien elegirás de salir victorioso– por su voz era obvio que no lo aprobaba, pero Alaric no necesitaba su permiso.
– ¿Hablas de la chica con los ojos brillantes? – ninguno dijo nada- ¿Qué? No estoy ciego- tal vez Alaric no era el único que lo había pensado- ciertamente preferiría alguien con un poco más de… carne.
-La tercera prueba es esta noche, es una prueba de valor- dijo el Monje ignorando al artista- pasaremos el resto del día dentro de esta casa, les sugiero disfruten su estancia aquí, tal vez mañana amanezcan en un lugar diferente- luego se marchó.
-Se porta como si fuera su hermano mayor.
-O exnovio- dijo Locke con picardía, Alaric no lo había pensado así aunque era algo mayor para ella había mucho que no sabía de esa Catedral y sus residentes salvo por sus pocas horas de servicio durante el segundo día de las festividades.
El resto de la mañana la pasó conversando con Locke, era alguien bastante agradable pese a ser un artista callejero había viajado tanto o más que cualquier niño rico del pueblo. Le contó historias de lugares que aún no había visitado, una ciudad llamada Pegasus, donde los corceles corrían libres por las praderas por cientos, los jinetes tenían el poder de hacerlos volar con alas de fuego blanco. También le contó acerca de Swan, un reino de espadachines y danzantes, los mejores del continente, de hecho uno de los miembros de la compañía ambulante fue una vez parte de la guardia real de dicho reino.
Al ir por fin a su habitación alguien había dejado una nota bajo su puerta, era un mapa improvisado del segundo piso mostrando la habitación de Alaric, marcada por la pata de un lobo y había otra marcada con la pata de un león, o leona, era una nota de Selina. Había tiempo de sobra así que fue con ella, la habitación estaba totalmente a oscuras, Alaric podía ver que había dentro pero el frío que hacía le hizo dudar sobre si debía entrar o no “Pasa” dijo ella y la puerta se cerró tras él ¿Había alguien más ahí con ellos?
-Este festival…las cosas se están saliendo de control- ella estaba sentada a un lado de la chimenea pero estaba apagada- Alaric creyó que era porque no sabía como encender una por lo que se animó a intentarlo.
-¿Te refieres a los caballos?- dijo mientras intentaba encender los leños.
-Ese es solo el primer suceso del que fuimos informados, pero han sucedido cosas desde la obra en el coliseo. Algunas personas están desapareciendo, en un inicio nadie las reportó porque eran gente sin familia pero eventualmente algunos notaron su ausencia pero cada vez es más notable. Ayer 10 de ustedes salieron al bosque pero solo 7 lograron volver, uno de los Máximof mal herido, les hicieron creer que los otros habían vuelto a casa.
–Sabes mucho de esto ¿cómo? – y entonces el leño se encendió.
-Tengo ojos en todos lados pero no fue para eso que te llamé aquí. La prueba de hoy es particularmente peligrosa y más por los últimos acontecimientos. Eres un buen cazador, ayer lo demostraste pero si la criatura que atacó a los caballos va por ustedes temo que corras su misma suerte. Te ibas a enterar de esto de todas formas, la segunda prueba consiste en encontrar una reliquia escondida dentro de una cueva, una moneda de oro negro, te advierto que su valor monetario es incalculable pero están malditas, toma solo una. El suelo es de roca sólida así que tus habilidades de caza no te ayudarán esta vez, las antorchas tienen luz para máximo tres horas así que solo tienen una hora y media para encontrar el cofre y emprender el retorno del mismo modo.
–No necesito luz…
-Quiero que rocíes esto en la antorcha- dijo al tiempo que le entregaba un frasco con un líquido blanco y brillante que estaba envuelto en un pañuelo negro con un extraño emblema bordado– produce un aroma muy fuerte casi imperceptible para los humanos, pero muy molesto para los depredadores y otros seres, lo Máximof la han usado durante años, ciertamente cuentan con cantidades mayores. Saqué la receta base del herbario de mi madre.
-¿Magia?- preguntó Alaric algo preocupado.
-Digamos que es un tipo de reacción química- resumió ella.
-Yo… gracias, Selina– guardó el frasco consigo y la miró fijamente
-Será mejor que vayas a tu habitación, no será bien visto que te encuentren aquí ya que has llegado tan lejos.
–Si yo gano quiero…
-Alguien sube, será mejor que te des prisa- ella sabía que iba a pedirle, pero no quería escucharlo, no sabía por qué.
Cuando Alaric salió de la habitación el gato negro hizo su aparición y otra vez parecía estar hablando sola
–Él no es como los demás-pausa- Olvidé devolvérsela, es todo-pausa- Estaba cansada y dormí con ella- pausa- Esto no cambia nada- pausa- Las cosas se están saliendo de control pero…- pausa- No, no lo hará- pausa- ¡No lo hará! – entonces hubo una pausa un poco más larga, su expresión cambió de negación a enojo- Que los dioses lo amparen.
Al caer la noche toda la casa estaba a oscuras, las velas se habían apagado, no había más leña para las chimeneas, todo era frío y oscuridad. Alguien llamó a la puerta y Alaric se encontró con uno de los sirvientes sosteniendo una vela “Yo lo llevaré a la siguiente prueba, acompáñeme” pidió él, la segunda prueba pronto daría inicio. El mozo lo llevó a un carruaje y no pudo evitar notar que aquellos caballeros eran prestados por gente de la catedral, no eran jóvenes pura sangre como sus predecesores, pero harían bien el trabajo. Dentro le esperaban Locke y el Monje, estaba bastante sorprendido de que el segundo de estos no tuviese reacción alguna al frío, no emitió palabra alguna y mantuvo cerrados los ojos, al parecer se estaba preparando mentalmente para la prueba. Locke por otro lado estaba bien abrigado usando un saco de cuero oscuro acolchado en el interior.
El carruaje los llevó a una cueva, no eran los primeros en llegar sino los últimos, los hermanos Máximof junto a su fiel seguidor ya se encontraban ahí. Habían varias personas afuera de la cueva, en su mayoría gente del pueblo, cada uno sosteniendo una vela. Todos los competidores bajaron del carruaje y una vez ahí les entregaron sus armas, espadas gemelas para el Artista, lanza y tridente para los hermanos Maximof, una ballesta para su seguidor y arco y flechas para Alaric, quien reconoció un trabajo excelente por parte del herrero familiar, digno de los grandes castillos; sin embargo, llamó su atención el que el Monje rechazara la vara de metal que le habían confeccionado. Llegado el momento el patriarca de los Maximof haría uso de la palabra.
–Damas, caballeros y retadores- al termino de esa frase ya todos se habían callado- Esta es la segunda prueba que los llevará un paso más cerca de la gloria en este festival. Como muchos de ustedes sabrán este es el décimo aniversario de nuestra celebración, una fiesta que traspasa fronteras y reúne aquí a visitantes de todas partes del mundo. A estas alturas ya todos deben saber lo que sucedió en nuestra casa, le abrimos nuestras puertas al mundo y es así como responden, pero les doy mi palabra, nada detendrá este festival ¡No mientras yo este al frente de esta familia!- fue entonces que Alaric lo entendió, sin importar cuanto los odiase, ellos eran la base de la economía y sustento principal del pueblo, pero lo más importante, Maximof era uno de los suyos, los aplausos y alabanzas llegaron de inmediato. Poco después el presentador con disfraz de arlequín tomó la palabra.
-En breve dará inicio de la segunda prueba. Retadores, frente a ustedes está la cueva Ojo de cuervo, sé que muchos ya conocen su historia pero para nuestros visitantes, siempre será un honor para su anfitrión relatar la historia una vez más…
“Hace casi 10 años, nuestra aldea se enfrentó a una amenaza que dejó heridas en muchos de nuestros corazones. Un grupo de refugiados de Kamino vino a pedir asilo a nuestra catedral, les abrimos nuestras puertas, no solo de nuestros hogares, también de nuestros corazones. Durante meses, se mezclaron entre nosotros, fueron parte de nuestra comunidad, defendimos nuestra aldea hombro a hombro, compartimos nuestra mesa, el lecho, pero no era suficiente. Todo comenzó con animales silvestres encontrados a las afueras del pueblo, lo tomamos como a un ladrón de gallinas, un zorro, nadie le dio importancia y sufrimos por ello. La búsqueda nos llevó hasta esta cueva, donde se encontraron los cuerpos de 10 saqueadores de caminos que tomaron este lugar como refugio. Las brujas, maldijeron el oro de estos hombres y encerraron en ellas el alma de cada una de sus víctimas, cuando ellos intentaron salir con el oro las almas fueron por su revancha. Competidores, frente a ustedes está lo que aquí conocemos como la puerta al inframundo, al corromper el aura mágica de este lugar las brujas lo convirtieron en un portal para llamar a aquellos que abandonaron este mundo. Los símbolos que encontrarán en ella son auténticos, muchos de ellos están marcados con hechizos de primer nivel por clérigos de la mismísima Kamino. Se preguntarán ¿por qué no todos los símbolos están sellados? Pues ni siquiera Kamino conoce todo sobre el mundo espiritual, bajo ninguna circunstancia tomen un sendero cuya marca no esté sellada pues les advierto que nadie entrará a buscarlos. Muchas almas siguen atrapadas ahí dentro, muchas de ellas son de gente inocente, incluso para un clérigo experimentado no es sencillo extraer dos moneda a la vez, por ello les pedimos cada año a nuestros elegidos que nos ayuden a purificar este cubil del mal, cuando salgan con la moneda deberán depositarla en agua bendita, solo así será liberada.
-¿Por qué no entramos cargando el agua con nosotros?- preguntó Locke.
-Se evapora al entrar- dijo el Monje.
-Esta es una prueba de valor- continuó el arlequín- pueden escoger no entrar, pueden escoger entrar e incluso decir que no encontraron nada, pero desde el momento que tomen una de esas monedas su vida correrá peligro, el alma torturada de su portador no los dejará descansar, no importa el bien que deseen hacer, deben purificar la moneda. Competidores, a sus puestos ¡Que la prueba de inicio!
Un aire frío salió del a cueva, apagó todas las velas en simultaneo y se hizo la oscuridad. Entonces todos salieron corriendo hacia la cueva al mismo tiempo pero el monje iba tres veces más rápido que los demás, no necesitaba ver para desplazarse en la cueva, tenía tal agilidad que trepaba de pared en pared ¡¿era realmente humano?! Por otro lado el Artista estaba silbando de un modo sublime, parecía guiarse del eco para determinar los túneles de mayor longitud y también prestaba atención si había alguna respuesta desde el trinar de un ave hasta el movimiento de las piedras. Los hermanos Máximof parecían tener a su sirviente como guía, Alaric lo reconocía de la primera prueba, los tres habían salido juntos del bosque, cada uno con una doncella, él también era un explorador, pero sabía que llevar a ambos hermanos haría su marcha más lenta.
Alaric decidió seguir los pasos del monje durante un buen rato, encendió la antorcha usando el líquido que Selina le había dado, efectivamente la flama repelió a algunos depredadores, pese a que su visión de elfo le ayudó a comprobar que no había nadie más alrededor, se sintió observado durante toda su estancia en la cueva. Al llegar a uno de los puntos más profundos de la cueva notó que había tantos nidos de serpientes en el piso que era difícil moverse sin pisar alguno eventualmente, era extraño, no había visto ninguna serpiente en el camino de ida.
-Estos son huevos de constrictor, pero ellos no habitan lugares como este- Alaric se agachó a recoger uno, estaba frío y su cascaron eran tan frágil que se quebró al manipularlo- No son huevos de constrictor… – de pronto el fuego de la antorcha comenzó a crecer de forma tan rápida y violenta que Alaric se vio forzado a soltarla antes de que quemase su brazo. Una ráfaga de aire lo bastante violenta apagó el fuego de su antorcha, seguido de una nube de esporas que salió del huevo, Alaric contuvo la respiración y de inmediato subió el pañuelo rojo que tenía en el cuello y aunque evitó inhalar las esporas de ese huevo los otros comenzaron a eclosionar uno tras otro mientras una risa daba vueltas por el lugar, no estaba solo, podía oírlo algunas veces de lejos y otras hablarle al oído “Impuro” le decía la voz, sus ojos comenzaban a quemarle, las esporas estaban surtiendo efecto. Ahora cegado podía distinguir más de una voz, eran tres, bastante jóvenes, comenzaron a empujarle en distintas direcciones, pese a su pañuelo las toxinas comenzaban a hacer efecto, estaba aturdido “Impuro”, “Impuro”, “Impuro” era la único que decían, sonaba en formas tan distintas, algunas veces un susurro otras como un grito o un eco. De rodillas comenzó de inmediato a buscar su antorcha pero al encontrarla se la arrebataron de las manos con una fuerza sobrehumana y esto hizo que el frasco de Selina cayese de su bolsillo entonces las risas se detuvieron, el hedor también comenzó a disminuir, poco a poco recuperó la vista, estaba todo muy borroso pero fue capaz de ver una luz ¿alguien había ido en su ayuda? Pero cuando su vista regresó por completo se quedó inmóvil al ver lo ocurrido, eran tres niños, no debían tener más de 10 años cada uno, el de en medio sostenía su antorcha, los tres tenían la piel blanca como una lápida, sus ojos eran negros y un extraño líquido escurría de sus cuerpos, eran heridas, cuello, corazón, estómago ¿acaso eran estos los sacrificios de aquel aquelarre? No dijeron nada, tal vez habían reaccionado al ver aquel líquido brillante, Alaric tomó de inmediato el frasco, el niño de en medio señaló una dirección, era pared de roca sólida, moviendo los labios y sin emitir sonido dijo “Ve”, el sonido no salió de sus labios pero lo escuchó retumbar en toda la cueva.
Alaric fue a la pared de roca, cuando se acercó a ella podía sentir una ligera ráfaga de aire salir de ahí, debía haber un acceso a ésta. Se giró a los niños pero estos se habían ido, cuando volvió la mirada al muro ahí estaban ellos, le tomaron de la túnica y lo arrastraron al otro lado. Era una habitación, nadie había estado ahí en años, paredes de roca, muebles de madera apolillados, libros cubiertos de polvo, una cama destendida y una chimenea apagada, eso habría sido todo para el ojo humano, Alaric pudo ver más allá, sus ojos comenzaron a arderle, ellos querían que él viera algo, pero ¿qué? Luego del ardor vino un inmenso dolor con algunas visiones, todo sucedía frente a él, era como estar ahí pero a su vez no lo estaba, nadie le oía, algunas cosas pasaban rápido y otras preferiría no haberlas presenciado…
–Hubo dos personas en esta cama- dijo mientras se ponía de pie y aquellas figuras comenzaban a moverse– repetidas veces, a escondidas. Él… se parecía tanto a mí, pero ¿cómo? Ella investigaba este lugar… el poder que posee… ya existía, no estaba maldito… buscaba controlarlo… horas y días enteros encerrada aquí, buscaba controlar ese poder para él… Un bebé… ¿Por qué lo escondes?… Tarde o temprano notará el vientre… él lo sabe. Su trato ha cambiado, frío, distante… él no quiere a ese niño. Él ha vuelto… ella está débil pero había pasado tanto desde la última vez que accedió… está dormida, se acerca al bebé ¡NO!- ella sujetó el puñal, su mano se bañó en sangre, rogaba que pare, pero él tenía otra arma escondida, Alaric pudo sentir como un puñal se clavaba en su pecho al mismo tiempo que el de aquella mujer pero al tocarse no había herida alguna- quiso ir tras el bebé otra vez pero alguien lo había tomado, es un niño, ahora huye pero él le sigue…- las visiones terminaron
– No lo entiendo… ¿Qué es este lugar en realidad? ¿Era eso lo que querían mostrarme? – Algo cae del estante, Alaric lo toma, era el diario donde aquella mujer había escrito toda su investigación, sin más que hacer en esa habitación decide retirarse, cruza la pared de roca pero al salir pudo notar algo que no vio la primera vez que estuvo ahí, bajo los nidos vacíos habían marcas… no, todas eran parte de una misma, una marca del aquelarre sin sello, no… era aún peor, alguien había borrado el sello, un trabajo muy sutil que pasaría desapercibido al ojo humano- el Monje- pensó Alaric y de algún modo enfermizo quiso que supiese que había sido él, entonces algo cayó al suelo y rodó hasta él, se agachó para recogerlo, era una moneda de oro negro.
El camino de regreso fue mucho menos entretenido, todos los demás símbolos habían sido sellados o eso creyó él. A la distancia pudo ver la luz de las velas encendidas nuevamente, al salir comenzaron las palmas pero se dio cuenta de que había sido de los últimos, el Monje consigo una de las monedas pero en vez de usar el agua bendita para purificarla comenzó a orar con una mano sosteniendo la moneda y la otra sujetando cruz de plata, a medida que el oro recuperaba su tono brillante la cruz se oscureció, pero Alaric supo que el mal había sido contenido. Locke corrió la misma suerte, mostró a los presentes su moneda de oro negro y luego la lanzó al agua bendita usando el pulgar como si estuviese pidiendo un deseo, cuando ésta toco el fondo del jarro había recuperado su color original. Al rato llegó el mayor de los hermanos Maximof, Víctor, acababa de purificar su moneda en el agua bendita y su hermano menor estaba a su lado bastante lastimado, tenía un brazo chorreante de sangre y era incapaz de moverlo. En poco tiempo llegó un médico pero el daño ya estaba hecho, nunca volvería a usar ese brazo. Otros pocos lograron salir pero sin monedas y aquellos que permanecían en esa cueva jamás volverían a ver la luz del sol…