
Alaric casi no pudo dormir esa noche, pasó la mayor parte del tiempo observando a Selina quien se había quedado dormida en su regazo. No podía imaginar el dolor que ella estuvo experimentando al crecer en un lugar como ese, intentando ser aceptada por la gente que dio muerte a su familia por temor de quienes eran y por algo que no hicieron. Ese festival lo era todo para el pueblo, para los Máximof, pero para ella solo era un recordatorio de lo cruel que la humanidad podía ser con aquello que no conocía y entonces recordó al mirar su cicatriz “La vida no es fácil cuando se es mitad algo”, lo cierto era, que la humanidad no era la única especie con la capacidad de ser cruel.
Los primeros rayos de sol despertaron a Selina, quien solo abrió los ojos pero evitaba moverse, pero era solo cuestión de tiempo para que Alaric se percate de ello, pero él esperaría a que quisiese hablar después de todo lo que ella había vivido, merecía esa paz. Selina por su lado, tenía mucho por que responder, su resistencia a pronunciar palabra alguna era causada por el miedo a la verdad y a como reaccionaría Alaric luego de oírla puesta hasta la noche anterior solo conocía la primera parte de ésta.
-Planeas escogerme como tu doncella si ganas ¿no es así? – no parecía entusiasmada al respecto, su voz parecía apagada, resignada pero dadas las circunstancias, su voz podía deberse a lo relatado la noche anterior.
-No he pensado en nadie más- con total sinceridad sin sonar demasiado enérgico, respetando la situación de Selina.
-Por favor, no lo hagas- pidió ella con la misma voz, estaba triste, comenzó a mover su mano levemente por encima de su hombro- si lo haces, ellos estarían obligados a aceptarme y no quiero eso.
-No quiero verte sufrir otra vez- entonces se dio cuenta que la mano de Selina buscaba la suya, al tomarla ésta entrelazó sus dedos y apretó levemente la mano de Alaric.
-Este lugar es mi hogar, el único hogar que conozco. La gente del pueblo evita contacto conmigo, pero en la Catedral la hermandad de Kara ha sido mi familia, los refugiados y forasteros no me tratan con indiferencia, cuando dejes este lugar serán lo único que me quede, no voy a obligarlos a idolatrarme, si me vuelves tu doncella ya no podré trabajar en el comedor o la enfermería, seré como una dama de cristal, esa no es la vida que quiero.
-Tal vez tengas razón, en cuyo caso no pienso nombrar a nadie más.
-Este pueblo, me ha arrebatado demasiado y aun así me aferro a él ¿eso en que me convierte?
-Antes responde una cosa ¿Fuiste tú? ¿Tú atacaste la mansión y al granero?- se arriesgo a preguntar sabiendo que la respuesta le rompería el corazón, incluso si ella mintiese lo sabría, solo tenía que oír la respuesta de ella.
-No- eso fue verdad y hubo una pausa- pero pude evitarlo- y aquello también lo fue- Me llevó un tiempo descubrirlo, pero el día en el que mi madre murió lanzó un conjuro que unió mi alma a la suya, ello permitió que su familiar pase a ser el mío. Ya la has visto antes, es la gata negra que suele frecuentarme. Tiene voluntad propia y a su vez obedece mis ordenes. Su instinto sigue los deseos de mi madre, al ser su familiar parte de su consciencia está en ella, ello la ha vuelto algo… inestable- siendo un modo muy sutil de decirlo.
-Quieres vengar a gente que apenas recuerdas de gente que a penas conoces.
-¡No es así y lo sabes!- había molestia en su voz, no había sido la mejor selección de palabras pero en la exageración entendió lo que quiso decir en realidad-!¿Qué hay de ti?! !¿No hay alguien en tu vida de quien quieras vengarte?! Porque he visto en ti marcas que harían estremecer a un clérigo- ella supo que se refería a los que hicieron aquella marca en su brazo.
-Los elfos que me hicieron esto, van más allá del bien y el mal- sonaba como un mortal hablando de dioses y demonios más allá de su entendimiento- Podría hacerlo, conozco como.
-¿Y no vale el precio?
-No- dijo tajante sin el más leve rastro de duda, entonces tuvo la necesidad de hacer la pregunta -¿Por qué ahora? Este festival tiene casi 10 años.
-Creo que es precisamente por eso, algo está sucediendo. Hace 30 años comenzó una guerra silenciosa entre elementales y hechiceros, cuyo número real de víctimas se desconoce gracias a Santa Inquisición. Hace 20 años el príncipe Tornold falló en la prueba perdiendo sus poderes y su derecho al trono. 10 años después regresó con un ejercito de hechiceros tan poderoso que sometió a la ciudad elemental con el poder militar más grande en la historia Kairon, hoy, 10 años después yo me pregunto ¿Qué va a pasar ahora? Ciertamente no lo sabes, tu camino del exilio te permite ignorar lo que ocurre en el mundo pero este sigue girando. Si esa es la última voluntad de mi madre entonces no pienso ir en contra suya.
-Ella no es tu madre- era cierto, a decir verdad Claudia tampoco lo era pero al ver al fantasma de su madre en la cueva y recordar lo que ésta le había hecho, se convenció de que el camino de Claudia la dejaría descansar por fin, a ambas.
-Es todo lo que me queda. Somos solo ella y yo, ya no nos queda nada más, si te quedas no puedo garantizar tu seguridad- su preocupación en esa última frase fue tan auténtica que Alaric comprendió que ella había llegado a sentir lo mismo.
-Podrías venir conmigo, olvida esta venganza, solo te va a consumir, si ella es tu familiar entonces tienes el poder de detenerla, porque te aseguro que lo que la empuja a actuar no es la voluntad de tu madre, es su odio y en el proceso va a destruirte- Alaric notó que Selina dejó de apretar su mano al oírlo, pero él no había terminado- Has visto mis cicatrices, no soy tan bueno cuidando de mí mismo, me vendría bien tu apoyo en mis viajes.
-Para- dijo ella con una voz tan débil que no estaba segura de oírse a sí misma ¿qué acaso no la había oído? La venganza era la única que la unía a su madre.
-Locke me invitó a formar parte de su circo, podríamos pasar una temporada con él.
-Para- otra vez, pero tampoco logró oírse.
-Viajaríamos por todo el mundo, tal vez podamos tener nuestro propio acto- bromeó.
-Para- y otra vez.
-Luego podríamos ir a Swan, solos tú y yo, Locke dice que tienen las mejores danzas y canciones creadas por el hombre o que las mejores fueron creadas por ellos, no importa, es algo digno de verse.
-Para- esta vez fue lo bastante alto para oírse pero Alaric estaba soñando despierto con lo que decía y no logró escucharla. Ella estaba llorando una vez más, pero su posición impedía que Alaric pudiese verla.
-Podría construir una casa para ambos, no será tan lujosa como la que tendrías de doncella, pero…
-¡Para!- dijo mientras se giró para ver a Alaric a los ojos, para su sorpresa él también estaba llorando, pero bastó con verlo para comprender el por qué: ella no escogería ese camino y él lo sabía.
-¿Qué pasará si te escojo el día de hoy?- pero no obtuvo respuesta, solo se puso de pie y se marchó de la habitación, afuera una gata de pelaje negro esperaba la salida de su ama.
Alaric:
El cazador comenzó a prepararse para la última prueba, la pelea contra Víctor, mientras que el festival seguía su curso, los cocineros de todo el pueblo estaban comenzando a trabajar en el banquete, los cazadores habían estado ocupados el día anterior: alces, venados y algunos conejos. Los panaderos habían dado libre el día de ayer pues hoy todos trabajarían hasta el crepúsculo. La Catedral por única vez ponía sus cocineros a disposición del pueblo para ayudar a los otros cocineros, vaya que hacían la diferencia, ellos cocinaban mejor y en la mitad del tiempo. Los pescadores tuvieron problemas pues el clima había congelado ríos y lagos cercanos antes de tiempo, pero finalmente se las arreglaron para cubrir la cuota mínima. Por otro lado, las candidatas para hijas de Kara iban a los sastres asignados para los últimos detalles de sus vestidos, la temática de este año era “invierno” donde predominaba el azul cielo y tonos fríos, pero sin duda eran obras de arte.
Alaric llegó y una vez frente a su enemigo descubrió su rostro, él y todos los presentes se sorprendieron al ver aquel parche en su ojo. Su adversario disimuló bastante bien su sonrisa, cargaba un hacha doble lo bastante grande para cortarle la cabeza a un toro de un solo tajo y en la punta opuesta tenía una lanza hueca en forma de triángulo (esta era el arma predilecta de los enanos) su espada de roble blanco sería inútil contra aquel adversario.
Comenzó disparando dos flechas directo al pecho, pero su enemigo movía el hacha con tal velocidad que logró usar sus hojas como escudo y un segundo después estaba al ataque. Antes de que Alaric pudiese disparar otra flecha ya tenía el hacho de Víctor a unos centímetros de él, Alaric retrocedió, pero su armadura de cuero obtuvo una abertura en el pecho que por suerte no le abrió la piel. Una vez a distancia volvió a atacar a Víctor directo al pecho quien bloqueó el ataque usando una vez más su hacha e hizo lo único que éste no esperaba, fue a atacarle directamente usando su espada de roble blanco, Víctor trató de cortarlo por la mitad y Alaric pasó deslizándose en sus rodillas, aunque el hacha cortó algunos de sus cabellos. Ahora estaba tras Víctor e intentó golpearlo como hizo con Kael pero Víctor llevaba una armadura pesada y ésta amortiguó todo el impacto, se giró hacia Alaric sujetando el arma de otra forma, usando la lanza del extremo opuesto, Alaric no vio venir eso y le costó un corte cerca de las costillas, volvió a retroceder sujetando herida y el hacha venía otra vez por él. Sus tiempos de respuesta y reflejos ya no eran lo mismo desde que perdió la vista derecha, pero eso no le detendría. Alaric cayó al suelo y la lanza fue directo a su estómago, el cazador se hizo a un lado y clavó su espada entre la punta hueca de la lanza y el suelo, el hacha estaba inmovilizada, Alaric atacó con una ballesta de mano pero Víctor lo desvió en el último segundo con una patada, su única flecha se fue hasta el cielo. Víctor ya tenía otra arma en mano, una daga, Alaric detuvo su antebrazo para evitar ser apuñalado y Víctor pasó la data a la mano opuesta, era demasiado rápido y Alaric solo vio una forma de parar su ataque sujetándola, su flanco derecho era su punto débil y Víctor lo sabía pero había algo con lo que no contaba, con su brazo izquierdo empujó el hombro derecho de Víctor haciendo que retroceda unos centímetros justo cuando la flecha que él había desviado descendió y de inmediato perdió la fuerza en aquel brazo, Alaric acertó 5 golpes rápidos al hombro lastimado de Víctor y el dolor le hizo soltar su daga, Alaric la interceptó y la puso en su cuello, el encuentro había terminado, por primera vez en 10 años la victoria no se iría a casa con lo Maximof, ahora debía escoger a su doncella o más bien, ella debía escogerlo a él…
Selina:
Por otra parte, Selina estaba disputando su propia batalla, encerrada en su habitación, era incapaz de salir, pero al oír las campañas supo que el festival tenía a su nuevo campeón. Su gata una vez más estaba expectante.
-No dejaré que traiciones todo lo que hemos logrado, no cuando estamos tan cerca ¿recuerdas lo que esa gente le hizo a tu madre? ¿y a tus hermanos? ¿Qué acaso este pueblo ya no te ha arrebatado bastante?
– ¡Yo sé lo que hicieron! No hay nadie que sienta más su pérdida que yo.
-Te conozco, esto es por él, sientes algo por él o no lo habrías ayudado con Kael. Estás considerando su propuesta.
– ¿Estabas escuchando? – pero su gata actuaba como si eso fuese lo más natural.
-Todo lo que hice por ti, el artista del teatro, los caballos, los cazadores, la cueva. Hemos aguardado este momento desde hace tanto- y de pronto aumentó su tamaño hasta volverse una pantera enorme, tan grande que casi llegaba al techo de la habitación, tenía cicatrices de su encuentro con los cazadores enviados por los Máximof, podían estar orgullosos en la otra vida, jamás nadie había podido rastrearla.
-Es tú momento, Sira, no el mío.
-Soy tu familiar, vivo para servirte, pero también soy parte de ti.
– ¡Pues perdóname por un momento de debilidad! ¡Por querer ser alguien normal por una vez! ¡Por sentirme correspondida por una vez!
-No es real y lo sabes- quizá eso fue lo más cruel que ella pudo decirle y la peor parte, es que era cierto.
Aquel día en el bosque, cuando él le puso su camisa, había unas gotas de sangre en ésta, las usó para un encantamiento el cual selló durante un trance en la pelea contra Kael, y Alaric creía que se trataba de un sueño. Por ende, su propuesta era tan real como el hechizo. El plan inicial era que Kael saliese victorioso, pero al ver el desempeño del cazador, creyó que tendría más oportunidades con él de su parte o eso se dijo a sí misma.
-Lo era, era real, tú me convenciste de cambiarlo- su corazón era suyo lo quisiera o no, pero Alaric era una aliado necesario, la única persona, el único mortal cuya muerte no podía ver gracias a su lado élfico.
-Las personas cambian, así ha sido siempre. ¡Te habría dejado luego de hacerte suya un par de noches, tal como lo hicieron con tu madre!
Selina no tuvo respuesta para eso, se sentó en su cama y se quedó en silencio, al poco tiempo una pequeña gata subió a su regazo y sin pensarlo la abrazó, Sira era todo lo que tenía en el mundo, seguiría adelante, nada había cambiado. Alaric, con encantamiento o sin él, seguía siendo un medio para un fin. Entonces alguien llamó a su puerta, Sira se escondió bajo la cama y Selina fue a abrir, era uno de los mozos.
-Disculpe me pareció oír que había alguien más con usted- saludó el mozo cortezmente.
-¿Puedo ayudarle en algo?- dijo ella evadiendo la pregunta.
-Me apena decirle que la casa Maximof no ha retenido el título de campeón este año. Si no es inconveniente para usted, la llevaré a los nuevos aposentos en la Catedral donde seguiremos con los preparativos- lo cual implicaba algunos ritos como un baño en leche, masajes con aceites, perfumar su piel y todo una serie de ritos que se asociaban a una purificación en las costumbres populares, bastante similar a las de un matrimonio solo que en vez de la Hermandad de Kara, el deber de preparar a la novia era de sus damas.
-Tengo entendido que la doncella debe ser seleccionada al crepúsculo junto con las demás, por más predilección que una pueda tener – desconfió ella pues sonaba a que ella fuese un premio.
-La mansión Maximof cerrará sus puertas indefinidamente, en vista de los últimos acontecimientos. Ahora, si me permite debo escoltarla junto a las demás para continuar- no era hostil en ningún sentido pero con total sutileza transmitió el mensaje de que solo eran bienvenidos si ganaban.
– ¿Qué me dice de Alaric?- ciertamente le preocupaba que tomaran alguna represalia contra él o lo sobornasen que para que eligiesen como doncella a alguna de las hijas de la familia.
-Será enviado a una de las propiedades de la familia en el pueblo donde contará con las mismas comodidades que han encontrado aquí, lo que incluye a cocinero, mozo y cochero, altamente capacitados, debo decir, para el cumplimiento de todas sus funciones y seguridad.
– “¿Seguridad?”- le pareció raro el último comentario.
-El señor Alaric está siendo atendido por nuestro personal médico en estos momentos, aunque no presenta heridas de gravedad su recuperación requiere reposo y otras atenciones, naturalmente es algo que proveeremos como anfitriones de este evento. De cualquier forma aunque puede disfrutar del resto de las festividades y de vuestra compañía, si así lo requiere, deberá dejar las armas temporalmente.
– ¿En cuánto partiremos? – Sira, quien seguía escondida, no podía creerlo, se rehusaba a hacerlo ¡¿Iba a ir?!.
-El cochero espera por usted, mientras que sus posesiones y las de las demás doncellas les serán enviadas mientras inician los preparativos.
-Comprendo, bajaré enseguida, solo deme unos minutos- dijo ella y luego cerró la puerta.
Sira no tardó en salir de su escondite, al no estar a gusto con la decisión de Selina aumentó su tamaño al de una pantera normal, no era común que hiciese eso en interiores y menos con ella, parecía ser más desafiante cada día y solo pudo asociarlo a una cosa, los hechiceros comenzaban a hacer su próxima jugada, si tan solo hubiese alguien más como ella con quien pudiese hablar al respecto, saber que no todo era su culpa. Durante años Sira fue una amiga inseparable de Selina, quienes no habría logrado sobrevivir una sin la otra. Hoy en día Selina cree que fue cosa del destino lo que las unió, la verdad era el hechizo que Claudia había lanzado contra ella, uniendo una porción de su alma a la de su hija, no lo suficiente para tener conciencia pero sí para que su Familiar siga atado a este mundo, su poder se redujo a una centésima parte pero su memoria seguía intacta. Con el tiempo el poder de Selina aumentó pero al ser Sira un catalizador de éste, la joven de ojos brillantes no tuvo ocasión de manifestarlo y durante años pasó desapercibida de sus enemigos. En un inicio solo se trataba de los maullidos de una gatita, pero Selina no tardó en notar que ella realmente entendía su lenguaje y lo que quería decirle. Luego de un año comenzó a oír su voz en su cabeza, no eran ideas muy elaboradas pero vaya que lograba entenderla. A los 3 años su inteligencia había mejorado notoriamente al punto de lograr tener conversaciones abiertas. A los 5 años Sira casi nunca la dejaba sola, siempre temía que algo le ocurriese, no le gustaba que los chicos se le acerquen, aunque no siempre tuvo éxito con ello pues Selina había descubierto lo obediente que podía llegar a ser, fue cuando comprendió mejor el vínculo de Amo – Familiar.
Las complicaciones reales llegaron en el décimo año de The Witcher, Sira comenzó a aumentar su tamaño y aunque parecía controlarlo a voluntad, poco a poco fue perdiendo la ternura de su forma inicial, no solo eso, con el tiempo también llegaron las cicatrices y eso significaba solo una cosa: estaba peleando y sin importar la orden que Selina diese, cuando ésta caía dormida parecía perder efecto. En un inicio fue contra criaturas de tamaño igual pero luego fue por retos cada vez más complejos, no solo en tamaño, sino también en número, huargos, osos, jaurías de lobos. Selina curaba sus heridas todas las noches y creyó que al tratarse en altas horas de la noche y la preocupación por su amiga eran lo que la estaba acabando, pero era Sira quien drenaba su energía para sanar más rápido, y pese a ella no fue suficiente, necesitaba más y solo había una forma de lograrlo, debía despertar el poder de su ama. Una noche, como de costumbre, huyó de casa para continuar con su entrenamiento pero esta vez se aseguró de que Selina le siguiese el rastro y fingiendo estar en un modo salvaje fue contra todas sus ordenes y entró a la cueva a donde Selina no tardaría en seguirla. Se dice que cada persona ve algo diferente cada vez que ingresa a ese lugar, probablemente solo Alaric sabría lo que ella vio esa noche. A su madre, el parecido ella era indiscutible, reconoció al hombre que iba a visitarla, Lord Ulric mucho más joven. Le rompió el corazón saber que el era su padre pero no fue nada comparado a ver lo que le había hecho a su madre y a sus hermanos, no se percató en que momento lágrimas comenzaron a brotar hasta que cayó de rodillas y vio lo que había hecho, las manchas en el suelo, en su pijama blanca, en sus manos, estaba llorando sangre, pero ese fue solo el inicio, la cueva le obligó a revivir cada una de las 100 muertes que habían acontecido ahí, rogó por ayuda pero Sira, subestimando la ocasión, también había sido paralizada, en un inicio creyó que se trataba del miedo pero entonces la vio, Claudia estaba ahí, su ama original y incluso desde la otra vida seguía ejerciendo poder sobre ella, la orden fue simple “Quieta” pero el poder que ejercía era inquebrantable. Entonces vio a los demás, no estaba solo ella, los cuerpos de todos los hechiceros que habían perecido en Gallow habían terminado ahí (Contra todos los principios de la Santa Inquisición) sin un ritual de purificación, sin quemar sus cuerpos, sin siquiera unas gotas de agua bendita sobre ataúdes, solo eran cuerpos apilados, 50 en total, por ello nunca hubo una tumba que visitar, por ello su poder seguía latente en sus interiores, su odio hacia Gallow y la corrupción de aquel lugar los había traído de vuelta esa noche y sus deseos serían transmitidos al último de los suyos: Selina. Nadie que haya pasado la noche en esa cueva había logrado salir jamás, Selina fue la primera aunque no supo como o cuando salió, estaba más muerta que viva y fue gracias a la intervención de Kael, quien la encontró temblando con la piel pálida, manchas de sangre por todos lados pero ninguna cicatriz, abrazando a Sira, intentando protegerla, Selina reconoció la voz de Kael quien intentaba hacerla reaccionar y cuando abrió los ojos lo vio, vio como iba a morir. Fue lo mismo para todas las demás personas con las que se fue encontrando en su camino, el clérigo, los doctores, las doncellas de la Hermandad de Kara, el panadero, los niños que jugaban en la plaza, sin importar que tanto faltase (algo único en su tipo pues las Banshees solo puede ver el peligro de muerte cuando ésta anda cerca), sabía como y de que manera iban a morir cada uno de sus habitantes en lo que restaba del año, todos bajo su mano, fuego o acero, el pueblo se volvería cenizas.
– Quieta- dijo la joven casteando una orden la cual paralizó a su familiar y la redujo a su forma de gata, ahora que Sira había recuperado su poder al máximo, Selina tenía más para ella misma, no solo eso, era capaz de sentirlo- Estaré bien, descansa hasta que regrese por ti- y fue otro casteo, Sira comenzó a cerrar los ojos y en pocos segundos cayó en un largo sueño. Selina salió de la habitación y se dispuso a ir al pueblo junto con las demás doncellas y como dictaba la tradición, al ocultarse el sol, el nuevo campeón escogería a la suya, pero él debía regresar a la mansión Máximof una última vez…
Alaric:
La mayoría de sirvientes estaba en el festival, la guardia se había reducido luego de los recientes acontecimientos y al estar la mayoría de los miembros de la familia en el pueblo, era más fácil, y menos preocupante, cuidar de ellos ahí. Fue una fortuna no necesitar luz para leer en un lugar tan oscuro como ese ¿Por qué armarían un lugar así sin ventanas? Por fortuna ello le permitió permanecer sin ser detectado más tiempo de lo normal, además el festival estaba por llegar a su fin ¿quien preferiría ir a la biblioteca familiar?
Luego de su victoria contra Víctor, una de las doncellas de Kara fue a buscarle, se trataba de Kael, y contra todos sus deseos de ignorar la petición, terminó por acceder. Nunca antes había estado en esa parte de la Catedral, era la enfermería, pero estaba casi desolada, solo habían dos personas ahí, la primera estaba inconsciente y cubierta de vendajes, era imposible saber de quien se trataba, la segunda era Kael, pero no se veía como siempre, parecía haber perdido unos 10 kilos desde su último encuentro. La doncella le explicó que se rehusaba a comer y beber desde la derrota, pidió total confidencialidad con respecto a su ubicación y no dejaba que le tratasen con ningún ungüento, solo agua purificada previamente por el mismo; sin embargo, dicho esfuerzo solo lograba agotarle más y más. La doncella dejó a ambos a solas, con excepción de aquel otro paciente pero moverlo no era una opción.
-Dicen que te rehúsas a comer- era inútil fingir que no estaba preocupado, difícil creer que era el mismo sujeto con quien había combatido el día anterior.
-Supe que ganarías desde el momento en que me derrotaste, ahora la carga que llevaba pasará a ti.
-¿De qué estás hablando?
-Fui embrujado, pese a mi fuerza espiritual, no pude detectarlo hasta la pelea cuando usé mi poder al máximo, logré romper el hechizo pero el daño estaba hecho.
-¿Hechizo? ¿De qué estás hablando?
-No hay tiempo, Selina corre peligro, debes ir a la mansión Maximof, la respuesta está en el Libro Rojo, sabrás cual es en cuanto lo veas- el aire parecía faltarle, comenzó a toser sangre y la doncella no tardó en entrar- Aún se puede salvar, no me esperes ¡Ve! ¡Antes de que ella te alcance a ti también!- Kael comenzó a convulsionar, la doncella de Kara no tardó en entrar para auxiliarle, pero cuando ésta pidió a gritos a un doctor supo que no le quedaba mucho, aun así se fue…
En efecto, el Libro Rojo saltaba por sobre todos los demás pues pese a estar totalmente a oscuras y su color podía ser fácilmente confundido con los otros, éste tenía aroma a sangre, en su pasta y en sus letras. El libro hablaba del festival y la Hermandad de Kara, sus orígenes históricos eran conocidos por Alaric, quien se sorprendió de ver que el libro contase la verdad de lo ocurrido con la familia de Selina, pero la sorpresa real el origen de la hermandad. Las consellas de Kara tenían casi 50 años en el pueblo, cuya presencia podía pasar fácilmente inadvertida y contando con apenas 2 fieles, cuya devoción valían al menos por 10 cada uno. Kara era una diosa menor, entras las muchas otras que han existido en el tiempo pero son finalmente opacadas por un poder mayor: los Grandes Dioses. Sin embargo, Kara no era una diosa en realidad, ni siquiera inmortal ¡Era una bruja! ¡Una de las brujas e más despiadadas según los archivos de la Santa Inquisición! Al parecer parte de su poder provenía del miedo por lo cual su amenaza fue controlada en secreto; sin embargo, muchos de sus hechizos y maldiciones seguían latentes en la actualidad. Alaric sintió un frío recorrer su espalda, había alguien más en la habitación con él, lo observaba pero al darse vuelta se encontró solo y la sensación pasó pero en cuanto volvió a poner los ojos en el libro sintió como alguien se acercaba cada vez más a él, con coraje leyó las páginas restantes. Pese a todo lo que él había creído durante su estancia, los hijos Máximof solo habían ganado el festival 2 veces, sus dos primeros años, las otras 7 habían sido aliados suyos (cazadores, espadachines, clérigos y otras aliados muy afines a la familia) pero la corona seguía con ellos debido a sus hijas, ellas eran la clave de la victoria, entonces sintió como aquel ente se posicionaba lo bastante cerca para susurrarle, y Alaric volteaba una y otra vez, no había nadie ahí con él pero al volver al libro podía jurar que alguien más leí esas páginas, su concentración empezó a fallar, estaba sudando, ya no leía, solo ojeaba en búsqueda de algo. La historia seguía, mientras que los hijos lograban progresar arduamente en la competencia siempre llegaban hasta un mismo punto, todos fallaban en la cueva o más bien, la evitaban, según parece al haber una competitividad mucho mayor este año se habían visto forzados a entrar a costa de las vidas sus aliados, pues existía la posibilidad de que Locke, Kael o él mismo ganasen y no escogieran a una de las hijas como doncella ese año ¿Por qué eran tan importantes? ¿Qué significaban para Kara? De pronto sintió algo golpear su pecho, como si quisiera empujarlo pero no pudo y siguió leyendo, si Selina corría peligro no iba a dejarla sola. A medida que avanzaba, mientras buscaba el detonante del festival, parte de su mente se aferró a Selina y aquella fuerza que golpeaba su pecho se hacía cada vez más débil, sí, podía sentirlo, estaba ganando, en cierta forma, ella era su luz. Fue cuando la vio, la última página, era un dibujo, el ritual, pero Alaric pudo ver algo que ojos mortales no habrían podido detectar, arrancó la hoja, cerró el libro y, contra todo su entrenamiento, sin ningún sigilo ni reparo, robó un caballo y salió a toda velocidad hacia el pueblo. En ese instante, la gata había despertado, alguien le había susurrado algo al oído y Sira emprendió su marcha tras la cabeza de Alaric…
Selina:
Selina aguardó al crepúsculo mirando desde lo alto de la Catedral, en cuanto Alaric llegase debían sonar la campana pero extrañamente, nadie lo había visto desde su victoria, y comenzó a preocuparse ¿Los Máximof la habían hecho algo? Ella debía estar en la catedral para la decisión si quería que esta fuese válida, frente a todo el pueblo, incluyendo a aquellos que alguna vez la habían visto por debajo del hombro, pero por algún motivo, sintió un nudo en el pecho, tal vez era el hechizo que había lanzado en él, algún efecto secundario, después de todo ella era aún inexperta en la materia, pero ello no había sucedido con Kael entonces ¿qué era aquello que sentía si no era un vinculo mágico? Y al ver a la gente de Gallow desde lo alto tuvo su respuesta, padres, parejas, niños, ancianos, celebrando, jugando, riendo, era una conexión real.
Volvió a su habitación, se contempló a si misma en el espejo, y era una imagen majestuosa, entonces sintió pena al saber que él no la vería de esa forma, nadie lo haría, debía encontrar a Alaric pero las doncellas de Kara vigilaban su puerta y bajo ninguna circunstancia le permitirían salir, salvo sonasen las campanas. Volvió a ponerse su atuendo ordinario y comenzó su descenso desde lo alto, pasando de torre en torre, techo en techo, la nieva en los tejados casi la hizo caer más de una vez pero finalmente llego a la plaza donde, al igual que Alaric, robó un caballo para ir en su búsqueda en el único lugar donde creyó que podía encontrarlo, la Mansión Máximof.
Alaric:
Sira no mostraba piedad, casi le tomó por sorpresa su primer ataque y de no haber saltado del caballo en el momento justo la cacería habría terminado, pero ella no estaba satisfecha solo con hacer más lenta su marcha, quería que tuviese miedo y comenzó a devorar al corcel mientras aún agonizaba. El sendero ya no era una opción así que se adentró en el bosque, aunque Alaric había adquirido la habilidad de desplazarse entre árboles a gran velocidad pero fue precisamente eso lo que le llevó a perder esa hoja del libro. Sira lograba partir los árboles cada vez que saltaba, intentando devorarlo, y aunque la mayor parte del tiempo tragaba ramas y hojas, era solo cuestión de tiempo para que acabase con él.
Selina:
Para ese entonces ya había visto el cadáver del corcel y la sangre que iba hacia el bosque, no debía estar lejos pero su caballo se negaba a entrar, por lógica supo que se trataba de Sira y por una corazonada, supo que iba tras Alaric. Ella quería detener a Sira !Detente! gritaba a lo lejos pero Sira no lograba oír sus órdenes o se negaba a cumplirlas, era más salvaje que nunca.
Alaric:
No podía evadirla por siempre, además las flechas ordinarias no tenían efecto en ella, solo rebotaban, incluso aquellas que impactaban cerca a los ojos, lo cual solo parecía hacerla enojar. Disparó su única flecha piraña justo entre los ojos cuando volvió a saltar, era lo bastante afilada como para hundirse en la carne y ralentizar su marcha, sin mencionar el dolor que le iba a producir el sacársela; sin embargo, Sira redujo su tamaño para evitar el impacto y entonces la perdió de vista, por desgracia era su única flecha piraña, soltó su arco y sacó su espada de madera, no tardó mucho en sentir la presencia de Sira y saltó del árbol casi instantáneamente, aunque no fue lo bastante rápido y de un zarpazo logró arrancarle toda la carga de flechas y dejarle algunas marcas en la espalda, que pese a no ser muy profundas como para desangrarlo sí infringían mucho dolor haciéndole estrellarse contra otro árbol y volviéndose a lastimar con la caída al suelo. Sira lo atacó nuevamente, aunque Alaric podía sentir sus movimientos no podía moverse la bastante rápido, las heridas de sus peleas anteriores no habían sanado del todo, se forzó a ponerse de pie y retomó la huida, pero con mucho menos agilidad que la primera. Sira logró alcanzarlo y morderle el torso, ella sacudía la cabeza de un lado a otro mientras el cazador gritaba de dolor, luego lo estrelló contra un árbol, la sangre comenzó a empapar la nieve, de haber tenido puesta su armadura de cuero el daño no habría sido tan serio, jamás pensó que tendría que combatir una vez más ese día, había bajado la guardia. Sira comenzó a caminar hacia él, saboreando el momento, Alaric solo podía luchar por no perder el conocimiento mientras se desangraba, miró la cicatriz en su brazo que aún sujetaba la espada de roble blanco.
-“Ya no siento nada, no hay dolor, ni frío, significa que moriré…”- incluso en óptimas condiciones Alaric no estaba seguro de haber podido obtener un resultado diferente, después de todo su oponente era un familiar, una criatura tan exótica como poderosa, el modo más fácil de acabar con ellos de manera permanente era matando a su maestro, caso contrario no todos podían hacerle frente en un uno contra uno- “Pasé toda mi vida huyendo en solitario, creo que al final solo quería ser parte de algo”- miró nuevamente su cicatriz, al hacerlo recordó que durante toda su vida la había asociado al exilio pero sin saber por qué, en ese momento fue un recordatorio de qué y, aun más importante, quien era- Soy…
Sira rugió antes de lanzarse encima pero un muro de madera se había formado frente a ella lastimandola un poco. Al retroceder para ver lo sucedido vio que las ramas habían formado una pared entre ella y el cazador, quien al otro lado de ésta seguía sosteniendo la espada de roble blanco mientras si cicatriz brillaba al rojo vivo como el acero que la forjó y el dolor era el mismo que el de aquel entonces. Las ramas del árbol se abrieron dejando de formar la pared, tomaron a Sira, quien no aún no reaccionaba de lo que acababa de presenciar, las ramas la elevaron en el aire y estrellaron con brutalidad contra el suelo al punto de hacerle temblar, estaba inmóvil y muy lastimada, no parecía estar consciente. Alaric sacó su daga para terminar con ella cuando sintió algo golpear su pecho y se detuvo en seco, por un instante reconoció la flecha piraña en su pecho que asomaba la punta manchada con su sangre, se giró para verlo por sí mismo, Selina aún estaba sosteniendo su arco con los ojos llenos de lágrimas, no le dijo nada, no hubo palabras de despedida, no tenía más que decirle, sabía el camino que tomaría, se miraron por un instante y finalmente cayó mientras la cicatriz de maldición comenzaba a borrarse.
Selina:
Cuando Selina llegó a donde estaba Alaric, su mirada estaba ausente, la boca llena de sangre, un tiro impecable, una muerta rápida, de haber tenido puesta algún tipo de armadura el impacto no habría sido letal. No pudo evitar notar la ausencia de su cicatriz, aquel sello hecho por los Altos Elfos, no quedaba ni el más leve rastro de la misma, no supo si era debido a su muerte o porque por fin era libre.
Sira se redujo a su forma de gata, era ahora incluso más pequeña que antes, como si se hubiese quedado sin poder, además Selina ya no podía oír lo que pensaba. La joven hechicera se dispuso a cargarla de vuelta a casa, la nieve seguía cayendo con cada vez con más fuerza, dejaría que los restos de Alaric se enterrasen en ella. No paró de llorar, incluso con Sira refugiada en sus brazos no pudo detenerse, lloró como en aquella noche junto a a Alaric solo que esta vez él no estaría ahí para consolarla, camino al pueblo recordó todo lo que habían vivido juntos en tan poco tiempo, sus miradas cruzarse en el teatro, aquel encuentro en el callejón, su visita a la mansión Máximof, incluso imaginó cosas que no habían pasado, un beso real, aquel viaje a Swan, una casa, una hija, y no tendría nada, solo caminaría hasta que la nieve también las enterrase a ambas.
Ulric:
Una muralla de fuego se había formado alrededor del pueblo, nadie debía salir de ahí, los Maximof serían en platillo final. Él único que sabía quién o qué iba tras ellos era Sir Ulric, quien desde lo alto de su balcón, en aquella colina donde vivían los Máximof, contempla el fuego avanzar y las luces del pueblo, casas, chimeneas, faroles y fogatas apagarse mientras los gritos comenzaban. Alguien intentaba derribar su puerta, “El heraldo de la muerte” dijo el viejo, sabiendo que su hora había llegado. A sus ojos, no había cambiado nada en los últimos años, pero en realidad no lo había hecho en más de 50, atrapada en su propia maldición en aquel cuerpo infantil con su poderes mermados casi a su mínima expresión, Kara ya fuera del cuerpo de Sira, venía por el pago correspondiente.